Fue un momento de los que pone la carne de gallina. Casi sesenta mil personas convertidas en una sola voz aclaman a su ídolo, Felipe Massa. El brasileño se sube a su Ferrari con los brazos en cruz, en un símil del Cristo de Corcovado, y celebra como si hubiera ganado el título una pole excepcional. Lograda en el primer intento. Hamilton consiguió la cuarta plaza de la parrilla, pero minutos antes, después de un mal primer intento, era séptimo. El éxtasis era entonces mayor. Ahora el inglés sale en una posición no demasiado mala y con su compañero Kovalainen a su lado, un buen escudero. Pero en Sao Paulo se cree en el milagro y en el mal fario de un británico al que le hicieron posar los días previos con una camiseta del Vasco de Gama, con fama de gafe por haber perdido varios títulos de fútbol en la última jornada.
Desde la grada se presiona al británico, que recibe pitos cada vez que salta a la pista, como su padre si aparece en las pantallas gigantes o se asoma a la puerta del box de McLaren. Y que verá, si la tensión de tener que ser campeón le deja, unas extrañas pancartas con el lema "Bate Nele Rubinho" ("Dale Rubinho"), en las que le piden a Barrichello que saque de la pista a Hamilton. Son promovidas por una página web que ofrece un kit completo y permite imprimir el lema para llevárselo al circuito. Nadie ha intentado clausurarla a instancias de la prensa británica, por cierto.
Nada más terminar la calificación el señalado por medio mundo para caer en una nada deseable maniobra antideportiva fue Fernando Alonso. El asturiano sale justo a la espalda de Lewis, es sexto por la parte sucia de la parrilla. Y a punto estuvo de ser quinto si no le llega a superar Kovalainen en el último instante. No fue una calificación fácil para el asturiano, muy perjudicado por la subida hasta la meta. Pese a las últimas mejoras de una décima en el motor, el último sector de la pista brasileña se le hacía muy cuesta arriba al propulsor francés, que sólo colocó a un coche con su mecánica entre los diez mejores, mientras Vettel y Bourdais metían sus Toro Rosso arriba sin despeinarse.
Ojo con el alemán, séptimo en parrilla, si llueve, porque lleva mucha carga en el alerón posterior. Y eso le permite tener la misma velocidad punta de Alonso (más descargado aerodinámicamente), de unos 305 km/h, a 3,4 km/h de Raikkonen, pero volar en la zona virada. El brillante joven germano era el segundo más veloz (36.346 segundos) en ese sector mientras que Alonso era undécimo (36.564) con el R28. Además, el piloto de Toro Rosso brilla especialmente en mojado. Las previsiones hablan de chubascos ocasionales por la mañana y un riesgo del 60% de tormentas a mitad de carrera. Si se cumplen, la pista puede ser un completo caos. Y la difícil salida de boxes, una trampa.
En mojado, especialmente en condiciones de mucha agua, el McLaren es imbatible, y Lewis es mucho mejor que su gran rival. Pero entonces todas las precauciones de la escudería de plata, que ha colocado a su compañero Heikki con poca ala y una punta de 313 km/h para ser infranqueable, pueden irse al traste. El error es más fácil y el Mundial podría terminar con los dos candidatos al título en la cuneta y Lewis como rey en el planeta de los fallos. La parrilla tiene otro invitado extraño, Trulli, segundo después de un vueltón final con su Toyota. Va ligero de gasolina. Le sigue Raikkonen. Los dos le tienen ganas a Lewis. Hay carrera. Se espera llenazo, emoción y hasta lluvia. No va más.
Fuente:Diario As.com