El Tenerife volvió a hacer bueno el factor campo para sumar su segundo triunfo en Liga. Cuenta por victorias sus actuaciones en el Heliodoro y la de anoche desde luego le hizo ampliamente acreedor al éxito frente a un Athletic decepcionante al que únicamente la suerte le mantuvo con vida casi hasta la conclusión del encuentro.
La fiereza de la que se había revestido el Athletic con su inmaculada trayectoria en el campeonato no asomó en momento alguno. Ni siquiera el reto de figurar en la historia a través de un cuarto triunfo pareció motivarle. Siempre estuvo a merced de un rival que perseveró en su juego alegre, que a ratos resultó abrumador, con una presencia constante en el área de Iraizoz, casi el único que se salvó de la quema en el bando rojiblanco.
El mayor aliciente del encuentro estuvo en la incertidumbre. Dado que se jugó únicamente en una dirección, quedaba por conocer si semejante panorama obtendría plasmación en el marcador. El destino quiso que hubiese que aguardar hasta el final, cuando en una falta bien ejecutada y mal defendida se hizo justicia.
Los coletazos del Athletic en el tiempo añadido quedaron en anécdota, pese a que Toquero cazó un par de remates, ambos forzados. Ese fue todo el bagaje ofensivo visitante, ridículo si se compara con la cascada de intentos que hubo en el área opuesta.
Diez minutos duró el tanteo, no necesitó más el Tenerife para tomarle el pulso al choque y establecer una dinámica peligrosa para el Athletic. Trenzando las jugadas con múltiples apoyos e imprimiendo mucha velocidad cerca del área de Iraizoz, la iniciativa local se plasmó en un buen puñado de remates.
Los movimientos de Nino, sacando a los centrales de sitio, y las incorporaciones de Kome y Alfaro, que se movieron por todo el frente, especialmente el camerunés, trajeron por la calle de la amargura de los rojiblancos, ayer vestidos de negro.
El novedoso centro del campo dispuesto por Caparrós no sujetó, la pareja de delanteros apenas tuvo suministro y el poco que les llegaba duraba un suspiro, mientras que la defensa dudaba a la hora de vigilar a sus pares. Todo el Athletic estuvo al garete durante demasiados minutos, mientras los chicharreros coleccionaban llegadas.
Ofensiva total. La tónica alcanzó su fase culminante mediada la primera parte. En 120 segundos el Tenerife rozó el gol con una insistencia encomiable: Nino de volea, Román a cesión del ariete, Sicilia desde lejos, de nuevo Nino tras controlar un pase largo y, para redondear el asedio, cómo no Nino, que por fin halló la red, pero en posición ilegal cuando recibió el servicio de Alfaro, circunstancia que el linier apreció para alivio de un Athletic que no sabía ni dónde le daba el aire.
El desbarajuste generado por el afán atacante del anfitrión dio paso a una fase más calmada. El Athletic consiguió aparentemente quitase de encima el agobio, aunque antes del descanso se registraron quizás las dos ocasiones más nítidas en el área de Iraizoz. En ambas las intervenciones del portero fueron determinantes. Primero para desbaratar en una salida del marco el remate de Nino y luego para repeler una volea de Alfaro.
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