Resultaría una imprudencia declarar el estado de optimismo por zarandear al Rosenborg, quinto clasificado de la última Liga noruega. El partido era un amistoso con copa de plata y tampoco se puede esperar que la inspiración de Santiago Bernabéu, protagonista del homenaje, ejerza un influjo decisivo entre muchachos a los que, salvo honrosas excepciones, costaría distinguir el retrato del presidente de una foto de Winston Churchill. No obstante, y atendiendo los considerandos, recomiendo la imprudencia y el desenfreno. La ilusión desatada. Sueñen, crean, abónense. El Real Madrid cuenta con un equipo fabuloso capaz de un fútbol formidable. Eso se aprecia por el ojo de la cerradura y no hay motivo para pensar que el panorama decaerá cuando las puertas se abran de par en par. Más bien al contrario.
Si prescindo de los defectos del rival es porque entiendo que todos los rivales, medianos o medianías, tendrán sarampión cuando se vean asaltados por un equipo con tantos recursos. Al buen toque que aporta la concentración de talentos se añade, por fin, la fluidez que inyecta Xabi Alonso. Y a su capacidad de organización se suma la increíble evolución de Lass, sólo comparable a la de Benjamin Button. El doble pivote combina porque juega y muerde, y reúne en dos futbolistas el trabajo de dos sabuesos y dos licenciados.
Lo de arriba es una batería de cañones que todavía no ha coincidido, pero la mera posibilidad atruena los oídos. Ayer regresó el Benzema de las pisadas de gigante, el púgil de la mano de piedra. En su primer gol aprovechó un buen pase de Marcelo y en el complicado giro que le encaró con la portería nos mostró la elegante sencillez de los goleadores puros. En su segundo tanto sólo se advirtió la estela del balón, el remolino de ácaros y pólenes que dejó su paso. Recibió de Cristiano, amagó con la derecha y percutió con la zurda, violento, seguro, carente de adornos y sencillamente hermoso.
Capitán.
Raúl fue titular, conviene constatarlo, aunque ignoro cuánto había ayer de declaración de intenciones y cuánto de fiesta popular. Su papel fue gris hasta que se redimió con un cabezazo estupendo, ya en el 54', pero queda la sensación de que el dibujo mejorará con Robben a la izquierda y Cristiano a la derecha. Es un hecho que el portugués se pierde al sobrevolar varias demarcaciones y parece una certeza que Kaká mejorará con el campo más abierto, limpios los pasillos y más distanciados los adversarios.
El Madrid se encontrará con muchos partidos parecidos y entonces deberá corregir el atasco que sufrió ayer durante algunos minutos, cuando todo el peso del juego desembocó en las subidas de Arbeloa. No han de ser sus incorporaciones el respiradero de un equipo tan extraordinario.
Lass honró el diez que luce en la espalda con un recorte exquisito y un golazo espléndido y Raúl, queda dicho, cerró la cuenta con un golpe de melena. Entretanto, ratos excelentes, más dispersos en la segunda mitad, cuando el estadio vibró al reencuentro con Van Nistelrooy. Hay ganas de disfrutar y hay razones para hacerlo.
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