Se podrá discutir si el Real Madrid juega bien, si usa demasiadas individualidades para crear peligro, si no es seguro en defensa, si no tiene un buen banquillo para aguantar las tres competiciones, pero lo que no nadie puede poner en duda es que el conjunto blanco tiene gol, algo imprescindible en el fútbol de hoy en día.
Lo bueno que tiene tener a tantas estrellas en un equipo es que si un día no aparece una, seguro que aparece otra, y si no la otra o la otra. Eso sí, cuando aparecen todas debe ser algo espectacular. En Dortmund, por encima de todos, apareció Kaká. El brasileño falla muy pocas veces y tira de repertorio continuamente. Si falla un disparo, lo bueno que tiene es que en la jugada siguiente puede dar sin despeinarse un pase de gol perfecto. ¡Da gusto ver jugar a este chico!
De los cinco tantos que marcaron los de Pellegrini en el Signal Iduna Park, tres salieron de sus botas, uno se lo fábrico Robben él solito y el último lo inició Casillas con un saque en largo. Cuando todavía algún aficionado germano apuraba su cerveza antes de entrar al estadio, el Madrid había golpeado a los alemanes con un tanto de Granero, que vio en situación privilegiada la primera obra maestra de Kaká, un pase de tacón que le dejó solo dentro del área y pudo mandar al fondo de la red sin que nada pudiera hacer el meta germano.
Con plena celebración del centenario en marcha, los hombres de Jürgen Klopp no querían ser humillados ante su público y a pesar de tener enfrente a Cristiano Ronaldo, Benzema, Kaká, Xabi Alonso y compañía, intentaron buscar las cosquillas de un equipo que todavía debe mejorar en las jugadas a balón parado y en algunas zonas defensivas, como el lateral izquierdo, donde Marcelo insiste en sumarse al ataque y se olvida de su principal tarea.
El brasileño dejaba solo su carril constantemente debido a que se quería sumar a la fiesta de la delantera pero esto, lo aprovechó una y otra vez Kuba, que puso envenenados centros al área sin que ningún compañero rematara con claridad. En el centro del campo, Tinga le ganó la partida a los blancos y mediante varios pases a la espalda de Albiol y de Metzelder dejó en inmejorables posiciones a sus compañeros, que se toparon una y otra vez con un gran Casillas.
La primera mitad finalizó sin muchas novedades, el Madrid dejaba al Borussia que se controlara algo más y salió en la contra buscando algún tanto que no llegó.
Tras la reanudación, Pellegrini dio una nueva oportunidad al último 'fichaje' blanco, Robben. El tulipán, que está realizando una gran pretemporada, sigue igual de cabezota en su idea de triunfar en el Real Madrid y a las primera de cambio, enganchó una volea desde fuera del área que se coló por la escuadra de la portería defendida por Ziegler. Incontestable disparo del holandés que le dedicó el tanto a un comptriota que no ha podido superar la reválida blanca, Sneijder.
Una vez más, Higuaín dejó su sello
Con Cristiano Ronaldo desaparecido, Benzema dejando algunos detalles y Xabi Alonso muy lejos del cerebro que es, el Borussia adelantó sus líneas hasta que Kaká quiso. Cuando el brasileño cogía el balón y empezaba a correr, algo increíble se esperaba. Una galopada con el balón de una punta del campo a la otra, un disparo ajustado a la portería o un pase trazado con escuadra y cartabón para un compañero. Ésto último fue lo que ocurrió. En una contra el ex milanista galopó con el esférico pegado al pie y dio un pase a la espalda de la defensa germana para que Robben se quedara solo ante el meta rival. En esta ocasión el portero ganó la partida, pero el rechace lo pudo recoger el holandés para ceder a Higuaín, que marcó a puerta vacía y demuestra una vez más que a pesar de los fichajes, él es el de siempre: el punta que se deja todo en el campo y siempre deja su sello en forma de gol.
El partido estaba prácticamente cerrado, pero aún faltaba algún detalle para que la fiesta madridista fuera completa. Kaká no se quería ir del espectacular estadio germano sin marcar su primer tanto con el Real Madrid y Raúl, que no salió de titular en lo que puede ser un signo para el inicio de la temporada, todavía no había dejado su marca en una ciudad donde ya labró una de sus tres Copas de Europa.
Primero fue el turno de Kaká, que estrenó su casillero goleador con la camiseta blanca al transformar un penalti cometido sobre Robben antes de dejar su sitio a Raúl. Con trece minutos por delante, al capitán le sobró uno. Casillas sacó en largo tras una contra del Borussia y Raúl, como siempre, no perdonó el fallo de la zaga rival, controló el balón en el borde del área rival y en el mano a mano ante el portero le batió por bajo para cerrar la manita del Madrid en un estadio que, la última vez que jugó, fue para lograr la Liga de Campeones.
- Spoiler:
marca