Brawn el polémico genio de las carreras

Sentado en una mesa de su motorhome en el pasado GP de Hungría, Ross Brawn realizó una descarada declaración de intenciones: "Alonso es el piloto más completo de la parrilla, si decide venirse con nosotros podemos darle un coche ganador". Tenía razón. Fernando tuvo un conocimiento de la bomba que el ingeniero atómico británico estaba preparando para Honda, y llegó a pensárselo. Fue la tercera opción, Ferrari y Renault al margen. Y no se fue porque en 2008 estaban muy atrás.

Crisis mediante, Honda decidió en diciembre dejar la F-1. A sus 54 años, Ross volvía a empezar de cero, como el día que decidió dejar la industria atómica para dedicarse a su pasión, las carreras. En 1976 entró en March Engineering. Comenzó desde abajo, como mecánico en el británico de Fórmula 3. Frank Williams le fichó para su nuevo equipo de Fórmula 1 y trabajó como aerodinamicista a las órdenes de Patrick Head y Neil Oatley en el exitoso Williams FW07, campeón de constructores en 1980 y 1981. Y de pilotos con Alan Jones en 1980. Allí aprendió algunos de los principios de sencillez aerodinámica que disfruta su actual criatura.

El hombre con el que Schumacher ha ganado siete títulos siempre ha sido el mago de las estrategias, pero también ha ido al límite en sus coches. Como con aquel fondo del Benetton de 1994 que se convertía en plano con el desgaste, o el filtro de seguridad que le quitaron al depósito un año después para aumentar la velocidad de llenado. O los deflectores irregulares del Ferrari de 1999. E, incluso, su última criatura, el fondo plano móvil del Ferrari 248 F1 de 2006, prohibido en 2007. Con el BRGP 001, sus rivales creen que ha sacado ventaja de su puesto de coordinador técnico de la FOTA y nexo de unión con la FIA, para ir más allá en su interpretación de las normas.

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