El Villarreal festejó de madrugada el pase a los cuartos

El Villarreal festejó como se merecía el pase a los cuartos de final de la Champions. Y lo hizo en un restaurante de Atenas, ya de madrugada, y con AS como testigo. "Qué viene, qué viene, qué viene, qué viene...", cantaban los jugadores del Submarino desde la mesa del hotel Sofitel de Atenas cuando vieron acercarse a Fernando Roig, su presidente, copa de champán en mano y con una sonrisa plena. La plantilla recibió al mandamás como a uno de los suyos, lo jaleó y se arrancó a cantar. El presidente brindó con uno de los grandes artífices del sueño amarillo, Manuel Pellegrini, y dedicó unas palabras a sus chicos, agradeciéndoles la gesta de colocar al Submarino, por segunda vez en su historia, entre los ocho mejores equipos del continente: "Y, ahora, de cuartos a la final", les espetó.

Y todo esto superadas las dos de la mañana, hora ateniense. Pero desde que Llorente hizo el 1-2 en el Spiros Louis nadie miraba el reloj y menos durante la cena previa al vuelo de vuelta, que se asemejó más a un convite familiar que a una expedición futbolística. Precisamente ahí reside buena parte del éxito de este club, que mantiene una alta dosis de humildad pese a los logros deportivos.

Las bromas y las felicitaciones se sucedieron. El Caño fue el hombre de la noche, pugnando con Llorente por ese título honorífico. Era la celebración de un pase a cuartos de final de la Champions, pero para el Villarreal es mucho más, era otro peldaño ascendido, otro paso hacia una grandeza meritoria. Y todo sucedió en familia: "Bridemos por lo que podemos conseguir", destacó Pellegrini. El espíritu de Atenas hace temible al Submarino que, en el comedor del hotel Sofitel se conjuró para que la del martes no fuera la última gran noche.

Ahora, los amarillos tendrán que cambiar el chip cuanto antes y empezar a pensar en el choque del domingo ante el Atlético, para asegurarse volver a la Champions vía Liga.

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