El sueño del Mallorca no tuvo la fuerza suficiente para convertirse en pesadilla para el Barcelona, que disputará contra el Athletic Club la final de la Copa del Rey. Pesó el 2-0 de la ida, pero también el planteamiento no del todo decidido de Gregorio Manzano, que se pareció más al de un partido de Liga que al que requería este todo o nada.
Ante un rival salpicado de suplentes y pensado para aguantar el resultado (aunque Pep Guardiola prometiera en la víspera que su equipo saldría "a atacar, ofensivo, agresivo, a marcar goles"), le sobró al Mallorca toda la primera parte, en la que parecía no creerse del todo la proeza.
Sí lo hizo durante buena parte del segundo tiempo, pero sus carencias de la Liga -básicamente, el gol- siguieron castigándolo. Aunque todo pudo cambiar si Martí no hubiera desperdiciado el penalti de que dispuso a los 52 minutos. En pleno debate sobre el notable bajón de Víctor Valdés, Pinto, el portero titular en la Copa, volvió a ocupar su puesto y salvó, con un pie, la permanencia del Barça en la competición. Hasta ese momento, el marcador señalaba un 1-0 esperanzador para el Mallorca.
Golazo.
Agonizaba el primer tiempo cuando el Chori Castro recibió un pase cortito de Webó, cerca de la frontal del área de Pinto. El camerunés se apartó lo justo para que el zurdazo del uruguayo tuviera una trayectoria limpia en busca de la escuadra derecha, que dejó lista para pasar la prueba del algodón. Son Moix, aterido hasta entonces por el frío, el viento y la lluvia racheada, reaccionó con júbilo. Había vida.
Pero nadie contaba con el fallo de Martí, ni con el acierto de Pinto. Todavía con el miedo en el cuerpo, Guardiola echó mano de su talismán, del jugador que ya lo ha salvado de varias situaciones peliagudas. Entró Leo Messi, entre los silbidos del graderío, que se temía lo peor. No llegó más el Mallorca después de aquel penalti, y el juego se fue tornando más y más brusco tras la entrada del Pulga. Una entrada de Josemi sobre él niveló el partido: vio la segunda amarilla y se sumó a Cáceres, expulsado en la falta del penalti.
No creó peligro el Barça, un conjunto deslavazado, que flojeó tanto en ataque como en un mediocampo teóricamente pensado para resistir (con Touré, Sergio y Keita). El Mallorca le porfió la posesión de la pelota, aunque encontró poco a Arango y tuvo en Keita un permanente error; con todo esto, Webó se fajó en balde, y cuando Manzano se decidió a poner a Aduriz ya era muy tarde.
Messi aprovechó un error de Navarro, se plantó solo ante Lux y con un toque magistral de zurda firmó el 1-1 (81'). Ahí se acabó el calvario culé. Y el sueño mallorquín. El sábado, Barça-Athletic, ensayo de la final.
Fuente:As