El Valencia salió vivo de milagro gracias a su particular mina asturiana. Se llama Villa y es un tesoro para cualquiera. Dos goles suyos escondieron las debilidades defensivas de los de Emery, que acabaron metidos en su portería en pleno ataque de nervios. El césped de Mestalla todavía sigue con el susto en el recuerdo, un susto que protagonizó el Almería y que no tuvo consecuencias por el juez David Villa.
Regresaba después de dos partidos por una sobrecarga en los isquiotibiales. El Valencia había caído derrotado en esos duelos, con él viendo los desenlaces desde fuera. Este domingo, volvió, y el Valencia es otro. Se enfundó su '7' particular y los de Emery encontraron el tesoro. El conjunto de la capital del Turia entró en su mina y, a pesar de muchos desprendimientos, salió inmune gracias a su casco David Villa. Durante su camino por la película del partido también colaboró César, que evitó en el último suspiro que el escape de gas en el hogar 'ché' no pasase a mayores, y Joaquín, guía desde la derecha en los mejores momentos del Valencia.
El Almería no mereció irse sin nada a casa. Fue valiente cuando tuvo que serlo y acarició, al menos, el empate. Crusat, una bala que se clavó en la penosa defensa valencianista de la tarde, convirtió su banda en el origen de los problemas para el Valencia. La zaga local fue un flan en las manos de un estudiante antes de un examen. Nerviosísima, no dio una. Maduro y Marchena suspendieron a base de errores garrafales. Miguel nunca pudo con Crusat. El portugués sigue perdido después de cumplir su sanción por su 'numerito'.
Un giro al guión
El Valencia estaba completando un gran encuentro, hasta que se puso por delante por segunda vez tras un invento de Mejuto. Joaquín marcó el primero, aprovechando una pincelada de un Silva más desaparecido que otras veces. Llegó el 1-0 a las primeras de cambio, y el Valencia mandó del uno al otro lado. Fuerte en la zona ancha, mandando el fútbol a las alas y creando ocasiones.
El Almería poco o nada estaba haciendo en ataque, pero Crusat acabó con la desaparición del equipo de Hugo. El eléctrico catalán rompió a Miguel y se sacó un gran servicio que hizo dudar a César. Negredo, en escorzo con la zurda, se elevó y llevó el cuero a las redes para dar la última forma a la obra de arte. Fue un golazo en toda una regla, un tanto mayúsculo que su profesor Hugo Sánchez llevaba en los genes.
Y llegamos a la aparición de Mejuto, que vio penalti sobre Mata cuando no hubo nada. El asturiano se cayó, sientiendo el aliento en el cogote de Carlos García, y el colegiado llevó el asunto a los once metros. Villa, infalible, volvió a poner en ventaja a su equipo. Desde esa diana, todo cambió. Creció el Almería, acabó con su timidez y al Valencia le entró un ataque. Propiciado por su defensa, los de Emery tuvieron un trance que duró todo el partido.
La orden del '7'
Fue el invulnerable Villa el que encontró una luz para su equipo, ya en la segunda mitad. El Valencia, dominado, reculando metros, estaba al borde de perder su superioridad en el marcador, hasta que el '7' surgió de la nada. Un zurdazo envenenado, que tocó Diego Alves, acabó en las redes. El asturiano conoce perfectamente las leyes de la portería e impuso su mandato.
A pesar de eso, los rojiblancos siguieron confiando en sus posibilidades y rozaron con los dedos de las manos el objetivo. Negredo acortó distancias tras una patada al aire de Marchena, Mestalla se enfadó y los minutos se le hicieron larguísimos.
Una santa mano de César en la prolongación colaboró en la orden de Villa, la que castigó a un Almería que no se lo mereció.
Fuente:Marca