El futuro económico del Valencia se presenta negro. Mucho más de lo que parece. La caja no da para más y el líquido ha desaparecido casi por completo. La situación es “dramática” y si no se llega a un acuerdo con Bancaja en los próximos días podría pasar lo peor. En el club se baraja incluso la posibilidad de acudir a un proceso concursal que acabaría convirtiéndose en definitivo.
El Valencia necesita hacer frente a una serie de pagos antes del 31 de diciembre que superan los 50 millones de euros. Si no lo hace la situación puede convertirse en irreversible. Dinero no hay y sólo el préstamo (calificado por el club como punta de tesorería) les puede sacar del aprieto.
De momento, la entidad sigue paralizada a la espera de conocer su futuro más inmediato. O llega el crédito o peligra todo. Los sueldos (aunque la parte importante de los mismos se tiene que cobrar en febrero) y las primas de los jugadores, los pagos a la UTE (Unión Temporal de Empresas) que se encarga de las obras del nuevo estadio, los pagarés que vencen de los créditos ya demandados y los sueldos de los más de 300 empleados del club.
Ante tal panorama, la negociación que el lunes se retomó con Bancaja deviene fundamental para evitar la suspensión de pagos del club. En la entidad ha cundido la alarma. Pese a que se intenta transmitir una aparente tranquilidad, la situación es muy grave, casi extrema. Durante la reunión que ayer en las oficinas de Bancaja, Miguel Zorío, vicepresidente del club, y Javier Gómez, director general de la entidad, hablaron con Miguel Zurita, segundo de a bordo de la entidad financiera. La cosa empezó tensa ya que ambas partes llegaban a la reunión con algo que echarse en cara. Pese a los reproches iniciales, la caja y el club acercaron posturas y del no rotundo, se pasó al tráeme los papeles y hablamos. Los representantes de la entidad financiera exigieron al Valencia que muestre el supuesto contrato de compraventa de las parcelas del nuevo Mestalla que Soriano anunció en la Junta.