Hay días en los uno no puede más que gritar que qué grande es este juego. En un partido que pasará a la historia del baloncesto, dos triples increíbles de Fisher, que forzó la prórroga y decidió el choque, y una tiempo extra impresionante de Gasol, durísimo y liderando a su equipo, los Lakers vencieron y se ponen a un pasito del anillo.
'Fish', que había jugado de pena, agrandó su leyenda de hombre que se crece en los finales imposibles con dos canastas de tres sensacionales (a cuatro segundos del final del tiempo reglamentario para el 77-77 y a 31 segundos del final del partido para colocar el 91-94), y Pau, que había andado desacertado en el tiempo regular, reventó con tres defensas de libro y los cinco últimos puntos del encuentro en una prórroga memorable que le ubica, una vez más en estas Finales, entre los más grandes jugadores del mundo en estos momentos.
Un partido histórico
Tras un primer tiempo largo y tedioso, la segunda mitad tuvo todo lo que hace del juego del baloncesto algo especial. Los Lakers se habían ido a descansar 12 abajo (49-37), pero salían enchufadísimos para dar la vuelta al marcador: Trevor Ariza, que no había rascado bola en al primera mitad, se marcaba 11 puntos sin fallo, casi seguidos, para devolver la emoción a un partido que, hasta entonces, sólo emitía señales negativas para los Lakers.
Desde ahí, los dos equipos se dieron y se devolvieron golpes. Los Lakers llegaron a ir seis arriba (65-71 a 10 minutos del final), pero entre Pietrus y Turkoglu revertían la situación. Dirigidos con aplomo por Jameer Nelson, los Magic daban la réplica a cada acción californiana.
Y así se llegó a un final increíble. Hidayet Turkoglu se ponía la capa de Superman y anotaba dos canastones (cinco puntos seguidos) para dejar el partido casi decidido. A 40 segundos del final, los Magic seguían con esa ventaja (87-82) y parecía todo acabado. Pero no...
Un final de locura
A 31 segundos, mate en contraataque de Pau Gasol. Y la bola para Orlando, que a 11 segundos iba a la línea de tiros libres para decidir el partido: Howard sólo tenía que meter uno de los dos para ganar. Sus números al final del partido son 16 puntos, 21 rebotes y nueve tapones. Algo descomunal. Pero esos dos tiros libres errados por Superman a 11 segundos para acabar tiraban por tierra todo lo que había hecho.
Y más cuando surgió de entre las tinieblas ese tío que siempre la mete en el momento decisivo. Se llama Mister Derek Fisher, de profesión asesino de los segundos finales, que agarró una bola en media cancha, a la que llegó con holgura por la brillante salida de la presión de los Lakers, y se atornilló a unos centímetros de la línea de tres para anotar y empatar a 87. El partido, a la prórroga. Im-pre-sio-nan-te.
Los minutos de Pau
Gasol había estado perdido, desorientado. Howard se había comido a todos los interiores de los Lakers, aunque el español tiró de inteligencia para sacarle tres faltas de ataque. Pero el caso es que Pau no estaba, aunque se le esperaba.
Y vaya si despertó: tres defensas de libro, cerrando su aro, fueron el prólogo de los cinco últimos puntos del partido, dos mates a la carrera y un tiro libre, que cerraron una victoria que vale un anillo.
El golpe de Pietrus al español, tan lleno de impotencia como de mal perder, no empaña nada. Ni el arbitraje, el peor que han visto los ojos de este cronista en su vida durante los cinco minutos extra, donde se equivocaron casi en cada jugada. Pau Gasol había firmado una prórroga histórica, precisamente aportando dureza y pelea, eso que todavía hay alguien que dice que no tiene. Pues lo tiene. Y tiene magia y grandeza. Y tiene, casi casi, un anillo de la NBA ajustándose a sus dedos.
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