Poco ha durado la paz en la Fórmula 1. Hace apenas unos días, la Federación Internacional (FIA) y la Asociación de equipos (FOTA) se reunían en Ginebra para estudiar el futuro de la especialidad. A la salida todo eran sonrisas. Había un principio de acuerdo para la temporada 2009, consistente en ampliar la vida útil de los motores en una carrera más. Hasta un total de tres. Se reducían costes y a la vez los constructores seguían produciendo sus propias unidades.
Pero la reunión acabó antes de tiempo. Si no, no se explica que la FIA sorprendiera ayer anunciando la fecha límite para que los constructores presenten sus proyectos para el motor único de la temporada 2010. El 7 de noviembre se cerrará el plazo. Unas semanas después se conocerá quién será el suministrador único, o bien quién facilita sus diseños al resto de escuderías para que fabriquen sus propios motores estandarizados.
El anuncio del máximo organismo internacional cayó como un misil en las sedes de los equipos. Están disconformes con esta medida, la más radical adoptada por la FIA en los cincuenta años de vida de la Fórmula 1, y las consecuencias pueden ser trágicas. Ferrari ha sido la primera en reaccionar. Su Consejo de administración se reunió ayer por la tarde en Maranello, y a continuación hizo público un comunicado en el que amenaza con abandonar una categoría en la que lleva desde la primera edición de 1950: "El Consejo ha examinado las perspectivas reglamentarias en la F-1 en vista de la grave situación económica internacional, y confirma su compromiso en la importante necesidad de reducir los costes en los propulsores. Sin embargo, expresa su profunda preocupación por los proyectos de estandarizar los motores, lo que privaría a la F-1 de su propia razón de ser en cuanto a competencia y desarrollo tecnológico. Es por eso por lo que hemos estado presentes desde la primera edición del campeonato del mundo. Si se modifica, Ferrari se reserva el derecho de evaluar, junto a sus socios, si mantiene su presencia en esta disciplina".
No es la primera vez que Ferrari amaga con abandonar la Fórmula 1, aunque en todas las anteriores el motivo de disputa se refería a los derechos comerciales de la competición. Al dinero a recibir. En esta ocasión, la medida que pretende adoptar la FIA afectaría directamente a la competición, y Ferrari no está dispuesta a pasar por el aro. Y no es la única. John Howett, presidente de Toyota, ya ha advertido que la de Ferrari podría no ser la única deserción: "Nuestra ambición es seguir en la F-1 y ganar. El problema es que no queremos un motor único. Si la FIA sigue adelante habrá muchos fabricantes que no quieran continuar. Debemos buscar una estabilidad junto a la FIA, y para eso se creo la FOTA. Seguiremos hablando".
El último en dar su opinión sobre la posible salida de Ferrari ha sido Bernie Ecclestone. El patrón de la F-1 se muestra muy escéptico con la posibilidad: "¿Por qué querrían marcharse? Estamos consiguiendo lo que tanto hemos buscado en los últimos años, una reducción de los costes. Los constructores deberían estar felices de ahorrarse una buena cantidad de dinero. Lo que queremos es reducir la necesidad de gastar para ser competitivos. Es bastante sencillo".
Fuente:Diario As.com