Una de las grandes preocupaciones del barcelonismo es la continuidad de Pep Guardiola. La afición tiene miedo a perder al entrenador que ha conseguido encumbrar al club a lo más alto convirtiendo al equipo en el mejor del mundo. Por ello, todos esperan con ansiedad que Guardiola amplíe su vinculación con el club de su vida para no despertar del sueño que están viviendo.
Pero Guardiola no tiene ninguna prisa en firmar su nuevo contrato a pesar que le han puesto un cheque en blanco. El técnico no quiere convertirse en arma electoral y tiene pensado esperar a las elecciones para que su decisión no decante el proceso democrático que tiene que acabar con un nuevo presidente para la próxima temporada.
El único motivo que podría provocar un cambio en su actitud es que viera que afecta al equipo, cosa que parece poco probable por la capacidad de aislamiento que tiene esta plantilla. Laporta ya le ha pedido una reunión cuando acaben las fiestas navideñas con la intención de convencerle para que amplíe su contrato, aunque Pep no está por la labor.
El presidente quiere marcharse dejando las vitrinas llenas de títulos y el equipo planificado. Lo primero lo ha conseguido pero lo segundo pasa por la continuidad de Guardiola. Y además, no hay que olvidar que el técnico podría tomarse un año sabático después de la presión y el desgaste que ha soportado en estos dos años. Tras haberlo ganado todo, ya manifestó en Abu Dhabi que “el futuro es negro”.