El Atleti esperaba un resurgir milagroso en el Camp Nou y buscaba argumentos: el escenario se nos da bien, Ibrahimovic aún anda despistado, al Barça le cuesta marcar el primer gol... A los 55 segundos, Henry reventó el larguero y a los dos minutos, Ibrahimovic marcó con un toque sutil que desmontó a Roberto, a Pablo y todas las teorías optimistas de los rojiblancos. A partir de ahí, todo fue cuesta abajo para los de Guardiola, que con el viento de cola son un Concorde.
El 1-0 llegó con un pase raso y largo de Busquets hacia el que Pablo corrió a cámara lenta. Abel había recurrido al central manchego para intentar frenar por alto al sueco. Así que en la primera que apareció, se la lió por abajo. Esa fue la primera apuesta fallida del técnico rojiblanco, porque Pablo cuajó una de sus clásicas actuaciones, que incluyó también un baile de Messi en el tercer gol y dos actos de caridad de Mejuto al perdonarle un penalti sobre Ibrahimovic y una roja por atropellar a Messi cuando se iba a gol en el último instante.
Pero peor le salió al Atleti la propuesta de intercambiar golpes a pecho descubierto. Con Jurado formando el doble pivote con Assunçao y los cuatro atacantes habituales por delante, el Barça le bailó a placer en la primera parte. Abel arriesgó y perdió, pero al menos demostró más deseo de ganar que muchos de sus futbolistas, que oscilaron entre despistados y pasotas. Maxi y Simao son sombras y Forlán, aunque es tan bueno que siempre suma, no arranca.
Sin presión y con las líneas de pase siempre abiertas de par en par, Xavi dio un curso. Un pase suyo a la espalda de la defensa, habilitado por el despistado Perea, permitió a Messi marcar el segundo a los 16 minutos. Sólo entonces pareció reaccionar el Atleti, con un Kun ejemplar toda la noche y Jurado convertido en su fiel escudero. por desgracia para ellos, Maxi parece haber perdido hasta la pegada y erró dos ocasiones que hace no tanto hubieran sido gol seguro.
Perdonar al Barça es pagarle a tu novia una cena con Brad Pitt: una mala idea y un peor final. Así que Alves marcó el tercero en una falta muy lejana que desnudó el estado de nervios de Roberto, que no logró colocar la barrera que quería y estuvo poco ágil ante un disparo parable. El portero no cometió ningún error gravísimo, pero Asenjo fue invocado en casi todas las conversaciones de ayer entre atléticos.
La sentencia. Por si quedaban dudas, a los 41 minutos Messi inventó piruetas en el área y le regaló el cuarto a Keita. Punto final, pese a que, al filo del descanso, Busquets le dio algo de emoción al regalarle el balón a Kun en un cabezazo hacia atrás sin sentido. Agüero, fiel a su cita con Valdés, la picó con clase.
La segunda parte fue un trámite en el que Abel se recogió, al meter a Cléber en el doble pivote, y el Barça bajó el pistón y se dedicó a esperar. La cosa se igualó en el tedio. El único que parecía disconforme con el acuerdo era un Agüero ejemplar, presionando hasta que se retiró con molestias musculares. Y él es la estrella del equipo, no los que trotaban alrededor... Los goles postreros de Forlán y Messi fueron anécdotas. Lo importante se decidió mucho antes: el Barça le explicó al Atleti que los milagros no hay que desearlos, hay que merecerlos.
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