El Vicente Calderón volvió a disfrutar de lo lindo y ya sueña con escuchar el himno de la Champions once años después de que aquella fatídica noche ante el Ajax. Y todo eso es posible porque tiene en sus filas a un niño de oro. Pocas cosas hay seguras en esto del fútbol, pero en el caso del Atlético existe una verdad suprema: el 'Kun' convierte a un equipo normal en uno de Champions. Lo hizo durante la pasada temporada clasificando cuarta a una plantilla inferior a otras que quedaron por detrás. Y lo repitió en la noche más gloriosa de la última década para los rojiblancos, metiendo a su equipo en la liguilla. Ni 'jet lag' ni resaca triunfal, cuando uno es un crack lo demuestra en los grandes momentos.
Y eso que la cosa no comenzó muy bien. La salida en tromba rojiblanca duró tres minutos y Agüero parecía cansado por el viaje. Forlán tampoco estaba muy acertado y Maxi y Simao no aparecían. El empuje de Maniche no parecía bastar y los alemanes se conformaban con dejar pasar los minutos. Sin embargo, como demostró la pasada campaña, el Atlético tiene dinamita arriba y tardó poco en hacerla estallar. Forlán se encontró con Bordón bajo palos para evitar su gol, pero Perea, en el mejor pase que se le recuerda, le puso en bandeja el primero a Agüero, que desvió a la red de cabeza. El Calderón comenzaba a creer en la clasificación.
El Schalke no se desinfló, pero el ataque rojiblanco seguía mostrando su peligrosidad. Agüero y Forlán se liaron y no definieron poco después del gol y Simao pudo remontar la eliminatoria, pero su disparo con el interior se estrelló contra el palo. El descanso sirvió para que los rojiblancos templaran los ánimos y el 'Kun' recuperase aire para lo que le quedaba por hacer.
Tocó sufrir
Forlán, poco acertado en la primera mitad, demostró que sus goles han contribuido, y mucho, a llegar hasta aquí y quiso apuntarse a la fiesta. Cogió un balón a unos metros de la frontal, recortó hacia la izquierda y la puso en el palo largo de Schober. La eliminatoria estaba de cara y el Calderón ya acariciaba la liguilla.
Pero había que sufrir. Agüero se empachó de balón en una contra iniciada por Forlán y perdió la ocasión de asistir a Maxi que se quedaba solo. Fue el preludio de los peores momentos para los locales. Los germanos, viéndose aún vivos, se pusieron a colgar balones y a entrar por la banda de Pernía y sólo su falta de puntería evitó un disgusto. Kuranyi y Ernst aún deben estar preguntándose cómo no empujaron un balón en el área pequeña de Leo Franco, que también salvó un trallazo de Westermann.
Sin embargo, los rojiblancos esparaban una contra que sentenciara el choque. Y llegó, cómo no, de los pies de Agüero, que encaró a Howedes, lo sentó, disparó para que Schober rechazara y aprovechó el rechace para ponerle en bandeja el gol a Luis García, que sólo tuvo que empujar a la red y provocar el delirio en las gradas.
El Schalke, herido de muerte, ya quedó como mero espectador del espectáculo del 'Kun', que en otra contra sirvió para Simao, que cayó derribado por Pander dentro del área cuando se aprestaba a marcar. Agüero, despedido por un Calderón puesto en pie, vio desde la banda el final de su obra de arte, un penalti transformado por Maxi que certificaba la clasificación para el sorteo de la liguilla de la Champions.
Fuente:Marca