Ricky entra en la semana decisiva

El jueves, la selección española viajará a San Fernando para iniciar la concentración previa al Eurobasket, y Ricky Rubio tiene intención de tener su futuro definido cuando se suba a ese avión.

Ése es su deseo, pero la realidad puede ser otra, pues las negociaciones a tres bandas entre el DKV Joventut, el jugador y el Madrid, se antojan complicadas. Hay demasiados intereses en juego y, como en cualquier trato de este calibre, el dinero jugará un papel fundamental.

Los Wolves no tienen recursos financieros para abordar su cláusula de rescisión de 5,75 millones de euros. La semana pasada viajaron a Badalona con una mano delante, otra detrás y 500.000 dólares en la cartera —la cifra máxima que permite pagar la NBA en concepto de indemnizaciones—, y sus planes alternativos, demasiado etéreos, no convencieron a Villacampa.

El DKV Joventut necesita vender a Ricky Rubio para equilibrar su presupuesto y aliviar una deuda pendiente con Hacienda, y siempre ha tenido claro que el Madrid era el mejor postor para hacer un buen negocio. De hecho, hace dos semanas se produjo la primera toma de contacto entre ambos clubes, que sintonizaron rápidamente. No se habló entonces de dinero, pero la predisposición de ambas partes a entenderse, siempre que el jugador no se marchase a la NBA, fue total.

El Madrid está dispuesto a pagar unos tres millones de euros a la Penya, que aceptaría esa rebaja en la cláusula si el club blanco lo abonase en un solo plazo. Además, mejoraría sustancialmente los emolumentos del base, que gana unos 120.000 euros anuales, y firmaría por dos temporadas con una cláusula muy elevada, pero decreciente.

El sueño de Ricky Rubio sigue siendo jugar en la NBA, y el del Madrid, poder presentarle por todo lo alto en el Santiago Bernabéu antes del próximo jueves.

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