Eddy Curry fue el número cuatro del 'Draft' de 2001, sólo un escalón más abajo que Pau Gasol, pero su carrera ha sido la opuesta a la del español. Con todos los problemas extradeportivos del mundo, ha bajado peso para rehacer su carrera... pero se presentó a entrenar sin zapatillas.
Tras una temporada en el que ha adornado el fondo del banquillo de los New York Knicks (12 minutos en total en tres partidos), Eddy Curry afronta este verano con la misión de recuperarse como un jugador de baloncesto útil, que merezca cobrar al menos un pequeño porcentaje de los 11 millones de dólares por campaña que le quedan en los dos próximos años de su contrato con la franquicia neoyorquina.
Llegó 13 kilos más delgado (aun así, sigue muy por encima de su peso ideal, unos 130 kilos, en el que no ha estado en años) y con afán (teórico) de hacerlo bien, pero su cabeza, ésa que le ha apartado de ser el jugadorazo que hacía prever cuando saltó de un instituto de Illinois a la NBA, parece que no le va a dejar. El día 13 de julio, el 'New York Times' le dedicaba un artículo en el que hablaba de su posible resurrección; ese mismo día se olvidaba las zapatillas para su primer entreno con el equipo de la Liga de Verano de Las Vegas, con todos los grandes ejecutivos de los Knicks en la grada.
El 'Daily News' hablaba de lo que veía de él en los entrenamientos: "Ni siquiera se picó con los novatos y los agentes libres [que forman el equipo] y apenas rompió a sudar. Sólo parecía un tipo desinteresado y con ganas de irse de la ciudad", escribe Fran Isola.
Problemas cardiacos, deudas, escándalo sexual...
El historial extradeportivo de Curry es tétrico. La desgracia se cebó en él en dos ocasiones: en 2005, se le detectaron unos probleas cardiacos que superó, pero su carrera nunca fue la misma; el año pasado, su ex novia y madre de su hijo era asesinada delante del crío, de tres años.
Pero él no ha puesto mucho de su parte tampoco. Su salud mental quedó en entredicho con el escándalo antisemita y homófobo que protagonizó este año con su ex chófer, y el mes pasado le embargaron la casa, una mansión de cuatro millones de dólares, porque debía más de 200.000 dólares. Un tipo de 11 millones por campaña, conviene recordar.
Pocas veces tantas variables negativas se juntan en los hombros de un mismo jugador. ¿Culpable o víctima? Según se mire. "Mi carrera no está en riesgo ni nada así", declaraba tras causar una pésima impresión en este leve intento de volver a ser quien era. Escuchándole hablar así, quién sabe de quién es la culpa.
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