Son los mejores, lo saben, se lo creen y lo demuestran. Esta vez su víctima fue la inocente Nueva Zelanda, a la que se quitó de encima con una manotazo de autoridad. Tienen tanta clase, se mueven con tal elegancia, que después de golearte les das la mano y las gracias por la lección recibida. España apabulla a sus rivales con educación, sin los excesos y sin la exageración que acompaña a los prepotentes. Pasa el rodillo sobre el contrario con una normalidad que asusta. Esa es otra gran virtud de este grupo, tan alejado de las excentricidades como cercano al buen fútbol. Un fútbol interpretado de la mejor forma posible, lo más cercano a la perfección. Cada partido de la Selección es un espacio para la felicidad y la diversión.
Es cierto que apenas encontró resistencia en los animosos neozelandeses, pero España tuvo el mérito de mantener la concentración y la seriedad durante todo el choque, sin distraerse con tanta celebración de goles, que cayeron como una catarata sobre los oceánicos. Estos se taparon la cara, se protegieron como pudieron y se pusieron a cubierto para que el ciclón rojo causara el menor daño posible. El destrozo final fue enorme. Nueva Zelanda tiene la suerte de disputar estos torneos por su situación geográfica, no por sus cualidades futbolísticas, y cuando en su camino se cruzan rivales como España bastante tiene con mantenerse en pie.
Aunque nunca perdió el orden, sí se relajó algo la Selección en la última media hora, cuando bajó el ritmo y convirtió el tramo final del choque en un rondo. Pecado venial, comprensible y perdonable.
Vicente del Bosque, un hombre que se maneja por la vida con respeto y educación, no menospreció al rival y de salida puso a los mejores. Xabi Alonso, Xavi, Cesc y Riera manejaron con maravillosa lucidez el juego de la Selección y fueron una fuente inagotable de generar fútbol, y no un fútbol cualquiera, de lo mejor que se puede ver. La consecuencia fue que en diez minutos, los que fueron del cinco al 16, Fernando Torres había firmado un hat-trick y lo que se pretendía que fuera un partido se quedó en apenas un simulacro.
A los cinco minutos, Torres recibió de Cesc en el borde del área, se giró, miró dónde estaba el portero y puso el balón de rosca lejos de sus manos. Mientras, su marcador, el central Boyens, vigilaba sus movimientos de lejos, con la mirada.
Respondió Nueva Zelanda con un tiro de Smeltz desde fuera del área, que ni asustó a Casillas, que vivió uno de los partidos más tranquilos desde que debutó con la Selección. Lo mismo podría decirse del cuarteto defensivo. Puyol y Albiol cortaron sin problemas cualquier intento de ataque rival y Sergio Ramos y Capdevila corrieron las bandas sin tener que preocuparse de mirar atrás.
Inaugurado el marcador, Riera y Torres compartieron protagonismo en los dos siguientes goles. A los 13 minutos Riera avanzó por la izquierda, combinó con Villa y su centro lo remató Torres, que sumó el tercero tres minutos después. Nueva jugada de Riera, que esta vez conectó con Capdevila, que puso un centro perfecto que cabeceó a gol Torres.
La fiesta de la primera parte se cerró con una maravillosa triangulación entre Riera, Capdevila y Cesc que culminó éste con el cuarto gol de la Selección. Se habían consumido apenas 24 minutos y el encuentro ya se había terminado.
El resto del choque sirvió para constatar la facilidad con la que generan fútbol hombres como Xabi Alonso, Xavi y Cesc, un lujo para cualquier selección. Entre los tres demostraron que cuando se sabe jugar no se necesitan corredores de fondo que persigan a los rivales para arrebatarles el balón. La mejor defensa es tener la pelota en tus pies y esa forma de defender sólo el Barcelona es capaz de interpretarla con la perfección que lo hace la Selección. Y no es casualidad que en el Barça y en España juegue Xavi.
La goleada la cerró Villa a los tres minutos de la reanudación, en una acción esperpéntica protagonizada por el central Boyens, el mismo que se decidió a marcar con la mirada a Torres en el primer gol. Esta vez dio una patada al aire al intentar despejar un centro del propio Torres. El balón se lo terminó encontrando Villa, que marcó a puerta vacía. Al neozelandés le hubiera gustado encontrar un agujero para esconderse. Con este tanto, Villa suma 29 e iguala a Fernando Hierro como el segundo máximo goleador de la Selección. Por delante ya sólo tiene a Raúl.
Aprovechó Del Bosque para dar minutos a Arbeloa, Cazorla y Silva y descanso a Sergio Ramos, Xavi y Torres. Había que economizar los esfuerzos. Ahora, que pase el siguiente, que es Iraq.
Fuente: As.com