De las muchas publicaciones chilenas, argentinas, peruanas y españolas que he utilizado para la biografía que estos días leerán en AS de Manuel Pellegrini, me quedo con una frase de El Gráfico del 26 de febrero de 2002, justo cuando el ya técnico madridista dirigía a San Lorenzo. "Hay que pelear con los años y esta profesión exige estar bien porque hay que pregonar con el ejemplo. No se le puede pedir sacrificio al jugador cuando la orden viene de alguien que está gordo, que no se puede mover. ¿Dónde está el sacrificio de uno? El entrenador debe autoexigirse, cuidarse para ser el líder". Una frase que define a este ingeniero chileno que afronta el reto de su vida.
Como futbolista se recuerdan las postales en la Universidad de Chile, equipo sostenido por la famosa peña 'los de abajo', y que siempre disputa a Colo Colo y a La Católica la hegemonía del fútbol chileno. Es un asiduo lector, apasionado del tenis, del golf y de la buena comida. Y del buen fútbol, claro. En la 'U' jugaba como defensa central, aunque se formó muy joven en el modesto Audax italiano, rival en el clásico de las colonias de Unión Española y Palestino, uno de los equipos a los que Pellegrini dirigió antes de marcharse a Ecuador y luego a Argentina. Jugó casi quinientos partidos en el centro de la defensa de la 'U', muchísimos para un jugador del que cuentan su gran habilidad para marcar y sus dificultades para sacar la pelota jugada.
Su carrera terminó en un partido ante el modestísimo Cobreandino, cuando se vio incapaz de frenar a un joven de 17 años que le volvió loco. Era Iván Zamorano, lo que le descarga bastante de culpa. Sólo fue una vez internacional, un empate a uno ante Brasil, y esa es una de las espinas que le quedaron clavadas para siempre. Pero lo cierto es que Pellegrini colgó las botas y pasó de ser ídolo de la hinchada de la Universidad de Chile a cuestionado como entrenador.
Y lo cierto es que con lógica, porque sus primeros pasos en los banquillos fueron muy difíciles. En 1988 dejó el equipo a mitad de temporada, dio varios cursos en el extranjero y todo acabó con el primer descenso en la historia de la Universidad de Chile. Eso le causó enemistad con la hinchada, que le había adorado como defensa central. Lo de su afán por aprender en el extranjero no era nuevo, porque ya en su etapa final como jugador se marchó a Italia a hacer un curso con ex futbolistas de la Juventus, el Inter y el Milán. Esa es una de sus características, la búsqueda de aprendizaje permanente.
Lo cierto es que poco después de su fracaso con la U llegó a Palestino, un equipo inmerso en problemas pero con futbolistas interesantes como Patricio Neira, Jaime Rubilar y Adrián Rojas. Con Neira pudo contar poco al principio, inmerso siempre en la Sub-20 de Chile, como bien contó Pellegrini a El Gráfico chileno en abril de 1998.
Le ofrecieron la selección de Costa Rica, el Saprissa y San Lorenzo, pero de momento prefería esperar. Empezó mal, con muchos juveniles y el último puesto hasta el inicio del torneo Nacional. Luego mejoró, y salió con buen pie para la selección chilena Sub-20 y como asistente de Arturo Salah en las Copas de América de 1991 y 1993.
Grande en Chile.
En medio, un paso por el O'Higgins de Rancagua y por fin su llegada a otro de los grandes chilenos, la Universidad Católica en 1994. Un equipo sin títulos en la década, que rozó el éxito ya con Pellegrini en 1994 y 1995 y que al menos conquistó la Copa Interamericana y una Copa de Chile en la etapa del ya técnico madridista.
Un problema en el vestuario tras un partido ante Colo Colo enredó y complicó bastante las cosas y también una plaga de lesiones de las que no lograron reponerse. En su etapa en la Católica se consolidaron futbolistas como Sebastián Rozental, Claudio Lizama, Patricio Galaz o Dante Poli.
Hizo unas polémicas declaraciones cuando aseguró que el técnico de la selección chilena no debería ser extranjero, en plena etapa de Xavier Azkargorta. Se marchó de la Católica sin el ansiado título de Liga, con gran parte de la prensa en contra y aún con dudas sobre sus opciones de convertirse en un técnico de éxito. Después de otro paso por Palestino, le llegó la hora de emigrar. A Ecuador, para ganar un título con Liga de Quito y después hacer sudar a River Plate en los octavos de la Copa Libertadores. Pellegrini ya estaba lanzado y aquella eliminatoria sería clave para su posterior carrera como técnico.
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