Muñiz no está para fiestas

Muñiz se fue con lágrimas de La Rosaleda. Lágrimas de tristeza de quien acaba un ciclo, pero también de alegría por ver en pie un edificio que estaba en ruinas sólo año y medio antes. Y por ver a la ciudad orgullosa de ser malaguista. Hoy le espera un buen aplauso de la gente agradecida que sabe lo mucho y bueno que hizo en ese feliz matrimonio con Fernando Sanz. Claro que esta tarde Muñiz no está para fiestas. El Racing, que ha jugado para más de lo que dicen sus 39 puntos (esos penaltis al limbo), está obligado a sumar en Málaga para no tener un disgusto en lo que queda. El Racing, peligroso visitante, recupera los efectivos que perdió la semana pasada ante el Almería y no quiere acercarse a las últimas dos jornadas con menos de 41 puntos. Ahí no se controlan todos los intangibles.

Muñiz tendrá fotografías conocidas delante. Este Málaga que roza Europa fue en buena parte construcción suya. Además, hoy verá sus progresos. Tapia ha chocado con algunos problemas. La baja de Apoño, metrónomo estos días del Málaga, deja irreconocible el mapa del equipo, cuyo plan de partido es una incógnita por la influencia que el chico de La Palmilla ha adquirido en el juego. La opción conservadora es introducir a Miguel Ángel, pero dijo ayer Tapia que le importa mucho la imagen, que la afición debe pasárselo bien. Así que a nadie le extrañaría que el Málaga mandase el manual de la ortodoxia a paseo y jugase con Duda en el mediocentro al lado de Lolo y Eliseu, Baha, Luque y Adrián en la delantera. Más madera. Es posible que el Racing siguiese en Primera sin sumar un punto más, pero las cosas no se dejan al azar. Para eso tiene Muñiz a Zigic, el gigante casi infalible, y Munitis. Y en la recámara anda Jonathan Pereira, buen factor de desestabilización para los segundos tiempos.

A Tapia le falta lateral izquierdo porque Calleja está pagando los excesos de la temporada. Y también le falta una victoria en casa, porque no gana como local desde el día del Almería (3-2). El viernes se cumplieron tres meses, demasiado tiempo. Pero, por encima de todo, lo que le falta a Tapia es una oferta del club para renovar. Ha sido una semana difícil para Tapia, que lanzó un semi-ultimátum. Lo suyo este año ha sido hablar en el césped y el Málaga, si sus jugadores quieren, no ha dicho su última palabra para estar en Europa. Europa, quién se lo iba a decir Muñiz aquella tarde que dirigió un Málaga destrozado en El Ejido y se asomó a Segunda División B. Esta también es su obra. La del Racing está todavía sin terminar y no es de lo que amen dejar cosas a medio hacer. Es un aviso.

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