Filosofía de Primera, errores de Segunda. Así se resume el debut del Getafe de Míchel ayer en Palma. Buenas intenciones, excelente trato al balón, combinaciones propias de equipo grande que tuvieron contraste con las desgraciadas acciones de los goles en contra. En la primera, Arango botó rápido una falta mientras los azulones miraban hacia otro lado sin que ninguno tapara el saque; en la segunda, cúlmen de los despropósitos, el pase de Stojkovic hacia Ibrahim Kas se quedó corto para regocijo de Aduriz, listo y atento como se le exige a un delantero.
Clara moraleja que retumbará en la cabeza de Míchel durante días. De nada sirve nadar y avanzar metros si se echa a perder todo el trabajo por errores infantiles y evitables. No hay margen de error. A estas alturas de temporada el que falla lo paga y eso es lo que le sucedió al Getafe.
Por lo demás, el cuadro de Míchel se presentó bastante aseado y con ganas de reciclarse. Enseguida se rehizo al regalo que supuso el primer gol bermellón y activó una maquinaria de buen gusto para la vista. La presencia entre líneas de Albín, máximo exponente de la nueva apuesta futbolística, hizo mucho daño al Mallorca y sus sociedades con Granero, Gavilán y Soldado comenzaron a traducirse en ocasiones.
Cara o cruz.
Fueron los mejores minutos de un Getafe que llegó bien a la trinchera contraria, aunque le faltó el veneno y la confianza necesarias para hacer oír su autoridad. Soldado, dentro del área, y Albín, de cabeza, dejaron asomar un empate que llegó al poco de iniciarse la segunda mitad, cuando David Navarro marcó en propia meta una peligrosa asistencia de Gavilán por la izquierda.
El partido le sonrió al Getafe entonces. El propio Albín estuvo muy cerca de poner en ventaja a los visitantes tras una embarullada jugada que salió rozando el poste. Hacía falta acierto. Y eso fue precisamente lo que falló en el desafortunado saque de puerta de Stojkovic que aprovechó Aduriz. El Mallorca redondeó con este obsequio su excelente salvación y dejó en el ambiente la sensación de que al fútbol gana, a veces, el que juega bien y pierde, siempre, el que regala.
El detalle. La gente apoyó a Rafa Nadal
Durante el partido, la victoria de Rafa Nadal en Roma también se hizo notar en la grada. El público ovacionó al manacorí en el momento en que ganó a Djokovic.
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