El Madrid se examina ante un Kalise lanzado

Electricidad mañanera. De un lado, el local, basta con mirar la entrada y ver escrito allí Real Madrid para que la convocatoria tome un cariz especial. Por el fútbol, por su historia, por su presente o por lo que sea, doblar la rodilla a los blancos tiene un regusto especial, aún más cuando en sus dos últimas visitas a la Isla le han pintado la cara a un equipo que presume, con todas las de la ley, de mostrar números de grande cuando juega ante sus fieles. Además, el Granca lucha por preservar su recién estrenada quinta posición.

En la otra pintura, el Madrid de Joan Plaza, claro y lógico vencedor (por 5-1) del duelo de cuñados en el banquillo que hoy se reedita.

Llegan los de Vistalegre a la cita tras pasar una semana fuera de casa por el doble enfrentamiento ante Olympiacos. Dos derrotas, el consiguiente match ball europeo y todo el cansancio del mundo elevan las opciones amarillas. Deseos madridistas como volver a ganar lo antes posible, así como el escalar todos los escalones al alcance en la tabla, nivelan la balanza.

Más antítesis: la superioridad física y técnica de los visitantes se verá contrapesada, además de por la solidez y amor propio de los de Maldonado (cumple 300 partidos ACB; Savané 200), por un recinto cuyo reventón se da por hecho desde que salió el calendario, a pesar de que los abonados pagan y los que no lo son, pagan mucho.

A partir de las 12.30 horas, con arbitraje de Hierrezuelo, Redondo y Cortés, el ex amarillo Kennedy Winston en las filas del Madrid, sin lesiones de entidad en ninguno de los dos conjuntos y un gran ambiente, el Kalise Gran Canaria conoce de sobra que los madrileños tienen la cabeza metida en la Euroliga. Los de Plaza saben que esa pista maldita para todos no lo resulta tanto para ellos y a eso se agarran en esta ocasión.

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