Irreductible Nadal

Rafa Nadal derribó ayer otro muro. Sin la trascendencia que confiere ganar un título, pero con una influencia psicológica brutal sobre sus compañeros de circuito. Sólo había un jugador en el Top-20 al que el número uno no había conseguido doblegar: David Nalbandián. El toro argentino le dominaba 2-0 en el cara a cara. Y en Indian Wells, en una noche cerrada que se encaminaba a las 02:00 horas, Nadal agrandó aún más su leyenda de irreductible. Levantó cinco bolas de partido, en el segundo set, a un jugador que llega a cotas geniales cuando afina su físico y ajusta su derecha, como ocurrió en los octavos de final del Masters 1.000 de Indian Wells. Juan Martín del Potro debe estar hoy atormentado por la idea de enfrentarse a la pesadilla.

A Rafa le pesó demasiado la losa de haber sido arrollado en París y Madrid por Nalbandián. Entregó seis bolas de break en el primer set y el cordobés aprovechó dos mientras el gesto de Nadal se retorcía pensando en lo que se le venía encima. Estaba desquiciado ante un tenista en estado de gracia. Una derrota suponía perder la opción de, al menos, revalidar los 450 puntos de las semifinales de 2008.

Y, con el inicio de la segunda manga, poco parecía mejorar. Los pozos indios del desierto de Palm Springs iban a ser la tumba del guerrero. Nalbandián, con un estilete en su derecha, se colocó 5-3. Entonces, comenzó a reescribirse la historia para cambiar el final. Rafa neutralizó cuatro bolas de partido con su servicio. Al resto, con 5-4, tuvo que levantar una más. Pero igualó a cinco, forzó el tie-break, lo ganó y dejó al argentino con la misma cara desencajada del que juega contra un frontón que lo devuelve todo. Del que da el ciento diez por cien y aún así no llega.

El daño estaba hecho. Sólo había que rematar la faena. Rafa lanzó toda su rabia hasta alcanzar un 6-0 en el tercer set, quebrando en el primero, tercero y quinto juegos. Ya no hay nadie incólume en el circuito. Nadal está en cuartos, como Fernando Verdasco, que anoche jugó contra Federer en busca de forjarse también su historia. La del número uno es la del Irreductible.

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