Se reabre en EE UU el caso del sobrino de Urtain

Pablo Ibar, sobrino del malogrado boxeador José Manuel Ibar Urtain, lleva más de nueve años en el corredor de la muerte, primero en Starke y ahora en Raiford, en Florida, y durante todo este tiempo su familia lleva peleando contra una sentencia que considera injusta porque el primer abogado de oficio que le defendió "estaba borracho y no preparó el juicio". Ahora, con un tercer defensor de altura, parece que se encuentran pequeños signos positivos que abren la puerta a lo que sería un juicio justo.

Benjamin Waxman es quien lleva ahora la defensa de Pablo. Ha cogido el relevo de Peter Raben, un abogado bien considerado por sus triunfos con condenados a muerte, pero que en el caso de Pablo no tuvo éxito pese al más del millón de euros que se gastó la familia en el proceso.

El caso es que Waxman ha reabierto el asunto en un tribunal de Ford Lauderdale, y ha conseguido que un experto facial de la Universidad de Manchester (Gran Bretaña) declare que la mala imagen de las grabaciones de los asesinatos, que se le imputan a Pablo, no coinciden con la anatomía de este Urtain. Tanto el cráneo, como los ojos, la boca, las cejas... son diferentes, aunque tres fiscales de Florida se oponen a tener en consideración la exposición del experto.

Sin embargo, Waxman tiene más argumentos nuevos para demostrar que Pablo no asesinó al dueño de un local de alterne ni a las dos meretrices que le acompañaban, aunque lo que pretende discutir ahora es que en realidad no tuvo un juicio justo, con los derechos constitucionales necesarios. Por eso espera que también declare aquel abogado de oficio que defendió sin interés a Pablo porque andaba sumido en una depresión y en el alcohol en plena crisis matrimonial; y lo hará porque desde hace años quiere expiar su pena dando la auténtica versión de su poca profesionalidad para defender a un joven que ahora está a la espera de una inyección letal si Waxman no consigue que se repare el error, o si Obama no impulsa alguna ley que suprima la pena capital.

Tras catorce años encarcelado, lo que quieren los Urtain es un juicio justo y que declaren inocente a Pablo.

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