Ganó el Sevilla y no mereció ganar ninguno. Pero marcó Navas y si alguien lo mereció fue él. El único que intentó dar brillo durante toda la noche al tostón perpetrado por Jiménez y Abel. Ambos renunciaron a un delantero y se fortificaron con cinco centrocampistas. Arriba, abandonados a sus suerte, Forlán y Kanouté, dos puntas que rinden más cuando participan en el juego, con un socio por delante y libertad para moverse. Fueron las víctimas directas de la pizarritis de sus entrenadores. Los aficionados al fútbol, las colaterales.
El gol de Navas en el minuto 87, en posición legal, cuando apretaba algo más el Atleti tras la entrada de Agüero, pone al Sevilla en órbita, con ocho puntos y el average particular sobre su rival de ayer, y la Champions cada vez más a tiro. Su equipo no es bonito de ver, eso es evidente, pero los números avalan a Jiménez tanto como empiezan a señalar a Abel.
Cautelas. Dejar en el banquillo a Maxi y Kun en un partido clave no es el mejor aval para su discurso de que el Atleti, con él, saldrá a ganar a cualquier campo. Ayer pudo encontrarse el triunfo si Forlán no estrella en el larguero una de las ocasiones más claras de su vida, sin portero y a un metro de la línea tras una gran jugada de Simao, en la única vez que el portugués se permitió actuar de extremo y no de segundo lateral como parece exigirle el nuevo guión.
Entre esa ocasión atlética del minuto 36 y el postrero gol de Navas se extendió una gran nada. Fazio y Pablo, dos tallos cuyas mayores virtudes no tienen que ver con el espectáculo, se erigieron en líderes absolutos de sus equipos y, mientras, las estrellas corrían con poco o, en los casos de Maniche y Capel, ningún sentido. Cuando entró Kun, revivió el Atleti y Abel se llevó la primera mirada de sospecha de la afición atlética. Jiménez al menos ganó, pero a él no le queda nada tangible para justificar tanto sopor.
Bronca final con Jiménez
Al final del partido, Simao y Raúl García se enzarzaron en una airada discusión con Manolo Jiménez y varios miembros del banquillo sevillista. Antonio López acudió a poner paz y los ánimos se calmaron.
Fuente:As.com