Estaba claro que el Atleti no podía volver a la Champions de puntillas. No es su estilo. Uno mira los números y su marcha en el torneo resulta impecable: invicto y ya clasificado para octavos, afronta la última jornada como líder de grupo por delante del gran Liverpool. Pero detrás de esa sobriedad se esconde un vodevil constante, el ruido y la furia. Remontada ante el Schalke en la previa, exhibición de Agüero en su puesta de largo en la élite en Eindhoven, el follón ante el Marsella, la increíble sanción de la UEFA, los recursos, el penalti en Anfield, el Calderón vacío de ayer... Pura crónica de sucesos.
Al menos anoche no añadió más picante a lo irreal del escenario (aunque hizo un amaguito final) y ganó con cierta suficiencia. Las sillas vacías, el eco, los gritos de los jugadores, la sensación de entrenamiento televisado, los vídeos de aficionados en el marcador tras cada gol, los hinchas pelándose de frío fuera del estadio, cantando los goles a una pared y no al césped... El fútbol para que nadie lo viva, si a eso se le puede llamar fútbol.
Pero como el Atleti es un misterio, el día más desangelado fue cuando salió más conectado. No hubo más que ver a Seitaridis, que suele ser un témpano que sólo se mueve para hacer penaltis. Pues ayer, decidió motivarse. Incluso en exceso, como descubrió Afellay en el segundo minuto, cuando una entrada desmedida le dobló el tobillo y acabó con la estrella holandesa en el banquillo. Luego el lateral se serenó y se dedicó a jugar, cosa que hace muy bien cuando le da la gana. Por desgracia, eso pasa poco.
Justo lo contrario sucede con Simao, de largo el mejor del Atleti en lo que va de temporada. Al menos, el más constante. Ambos se juntaron a los 14 minutos. Seitaridis metió un buen centro y el portugués falló en la volea, pero por allí apareció Salcido, al que pretendió el Atleti y quiso demostrar su capacidad para unirse a ese circo ambulante que era la defensa rojiblanca hasta que llegó Ujfalusi a poner orden. El mexicano del PSV se trastabilló y no se le ocurrió más que despejar de espuela. Simao agradeció el detallazo marcando a placer.
El resto de la primera parte fue un paseo atlético, con Agüero dando algunos síntomas de recuperación, Raúl García recordando que está llamado a ser importante en este equipo y Salcido sufriendo un calvario ante Simao. En un córner, la hermandad mexicana funcionó de nuevo y el Maza Rodríguez dejó un balón botando en el área para que Maxi la reventará con tanta violencia que de niños se habría anulado por empotrar. El PSV no se enteraba de por dónde le venían y el Atleti se relamía pensando en una goleada que le ayudase a lograr el liderato.
Pero con los de Aguirre siempre hay una vuelta de tuerca en el argumento. Nada más volver del vestuario, errores en cadena en un córner y Koevermans, que pasaba por allí con cara de despistado, no pudo evitar marcar. El resto del partido fue un bostezo. Al PSV dio vidilla Méndez, que echó mucho de menos a Afellay, tanto que Stevens le quitó incomprensiblemente cuando era del largo el mejor de los suyos. Los entrenadores, como las chicas y los árbitros, son igual de sorprendentes en todo el mundo.
Desenlace. Así, con Sinama sin lograr quitarse la venda de cara a portería en la ocasión más clara y Salcido cerrando su noche horrible con un remate al río, acabó el partido más extraño del Calderón. El Atleti ya está en octavos y será líder si hace en Marsella lo mismo, diferencia de goles incluida, que el Liverpool en Eindhoven. La odisea está siendo interesante. Señora Champions, con usted, el Atleti. Y por ahora, está aquí para quedarse.
Fuente:Diario As.com