Antecedentes: de las últimas ocho Copas del Rey, hemos vivido seis enfrentamientos Real Madrid-Barça, cinco de ellos en cuartos (cuando era posible: uno de los equipos eran cabeza de serie y el otro no) y uno en la final. Especialmente en Madrid, esta ceremonia es vista con muchas reticencias. Con razón o no, se acusa a la ACB de dirigir el sorteo para que haya un Madrid-Barça siempre y si puede ser en la final, mejor. La sombra del 'bolas frías-bolas calientes' que decía José María García lleva años planeando.
El problema es que este año ni siquiera ha habido bolas que calentar. La ACB se ha sacado de la manga un sospechoso sistema informático, opaco a más no poder, que va a dar que hablar. Sobre todo, porque la hipotética final es un Real Madrid-Barcelona y hay un derbi vasco que hace más que digerible la presencia del vicecolista Bizkaia Bilbao Basket en la competición.
Y porque el sorteo favorece una vez más al Regal Barcelona, que tiene el camino bastante expedito hacia la final: Cajasol en cuartos y Valencia o Estu -cuarto y séptimo, es decir, el más teóricamente débil de los cabezas de serie y el equipo que se ha metido en el último momento- en la teórica semifinal. Y ya huele. Sobre todo cuando, en el sorteo de los emparejamientos, el que ha dado como resultado cuarto de final A contra C (es decir, el del Barcelona), el ordenador parecía un Spectrum de 48k de sospechosamente lento que iba.
No dudo (porque no tengo ningún juicio de valor para afirmar lo contrario) que el sorteo ha sido limpio. Quiero creer, aunque me cuesta horrores, que ahí habrá un notario que ha certificado la legalidad de lo ocurrido. Pero si el sorteo cada año está bajo el escrutinio de todo el mundo, el de éste ha dado pábulo a pensar todo lo mal que se quiera. Ni el mayor biempensante sobre la faz de la tierra se cree este sorteo.
Ya saben eso de que la mujer del César no sólo debe ser honrada, sino parecerlo. Pues o a esa señora la ficha la ACB o va a parecer que la Asociación ni es honrada ni quiere parecerlo.
Fuente: MARCA