Un Bayern sin Oktoberfest.

Múnich ha celebrado, como cada año, la Oktoberfest, pero el Bayern no está para festejos. No en vano el equipo de Louis van Gaal es octavo en la Bundesliga, a ocho puntos del líder, el Bayer Leverkusen. La situación resulta muy incómoda sin lugar a dudas para el llamado FC Hollywood del fútbol alemán, ahora instalado en una crisis que tiene varias causas.

Los problemas de Van Gaal empiezan ya en la portería, donde en su día el Bayern no hizo los deberes a la hora de buscarle sucesor a un titán como Oliver Kahn. Butt y Rensing son dos buenos guardametas, pero no tienen la personalidad requerida para el puesto.

Adler y Neuer, muy caros

La política del Bayern es no fichar a porteros que no sean alemanes. René Adler (Leverkusen) y Manuel Neuer (Schalke 04) están en el punto de mira, pero sus clubs respectivos piden mucho dinero por ellos. Robert Enke no quiso ir al equipo bávaro por Van Gaal.

Otro grave problema de este Bayern es que los jugadores no entienden el sistema de Van Gaal. El entrenador holandés es amigo del 4-3-3, mientras que el Bayern está apegado al 4-4-2. Y además Van Gaal se ha empeñado en 'tejer' una tela que cubra todo el campo con triángulos de jugadores. Los propios futbolistas han dicho públicamente que no entienden de qué va la cosa. Con Robben y Ribéry se juega más por los flancos, pero no hay un sistema definido. Las rotaciones han añadido más desconcierto. Además tanta preparación física tiene saturado al plantel. Hasta 12 cámaras filman los entrenamientos para analizar a cada jugador. Todo muy militar.

Las lesiones también han sacudido al Bayern de Van Gaal. Van Bommel 'cayó' ya en el primer partido de la Bundesliga y lleva dos meses de baja. Y Timoschuk no es Mark a la hora de dar consistencia a la medular, de desdoblarse, de hacer coberturas; Van Bommel aporta, además, el tan necesario 'factor agresividad'. Ribéry también se ha perdido numerosos encuentros por problemas físicos y ahora Robben permanecerá inactivo un mes.

Hablando de otros nombres propios, al Bayern le falta el aplomo de Lúcio, que se marchó al Inter. Klose no es ya el crack de su época en el Werder Bremen y a Mario Gómez le acusan de no poder con la presión. Esas rachas sin gol que ya tuvo en el Stuttgart no son admisibles en un 'grande' como éste. Y Luca Toni quiere irse si Van Gaal no le da continuidad. Además el 'culebrón Ribéry' fisuró el vestuario este pasado verano. Y ahora, aunque sea octubre, el Bayern no está para fiestas