España ha vuelto

Pues estamos en Katowice, que hace nada parecía tan lejos que nos sonaba a polaco (más aún). Cuando realmente debía hacerlo, la Selección se levantó y ganó la primera de las finales que le reserva el calendario. Quedan tres más. Aguarda Francia, hoy mismo, sin apenas descanso, pero lo verdaderamente importante es que a la España de ayer sí la reconocemos. Porque Navarro es infalible en el tiro, Pau es el rey dentro y todos los demás jugadores suenan a orquesta y no a la jaula de grillos en la que hemos estado metidos desde que llegamos a Polonia. Al fin disfrutamos.

Lo de la presión ambiental resultó un recurso periodístico, porque los de Scariolo apenas dejaron que los aficionados polacos calentaran garganta. Había insistido el italiano en lo importante que era empezar bien ante un rival cuyo viaje del cinco titular al banquillo se cobra demasiado peaje. Así pasó. El parcial de 0-7 dejó claro que ésa era otra España, la de los metales a pares, liderada por quien corresponde hacerlo: Pau Gasol, autor de esos siete primeros puntos. Y si el jefe se siente cómodo, todos lo hacen, por más que a Ricky le costara algo entrar en ritmo ante Logan, el polaco de Chicago. La perla se sentó con 7-12, Raúl tomó los mandos y todo siguió girando a favor. Hubo un dato revelador de que la música era otra: Navarro. Sólo en ese primer cuarto, la Bomba ya sumaba ocho puntos, por los 11 de Pau. Y sonreía.

Las buenas noticias aceleraban la rotación del banquillo, donde funcionaba todo lo que hace sólo unas horas parecía roto. Mumbrú anotó sus dos primeros triples y Marc firmó un par de reversos con canasta incluida que hicieron levantarse a Orenga del banquillo, como un resorte. Por fin salía lo que tanto se ha estudiado. Por fin veíamos una estadística de triples en la que los números no nos ruborizaban, sino todo lo contrario: 50%, con 7/14. (52%, 13/25 al final).

El 26-42 del descanso encarrilaba la victoria. Y no había mejor forma de certificarla que con un calco del inicio de partido. Pau repitió la jugada con la que había abierto el marcador (ganchito de izquierda ante Gortat) y Navarro anotó el primer triple que intentó. Luego dejó dos más de propina. Hasta Reyes nos regaló uno. A Polonia no le quedaba otra que capitular y a nosotros, alegrarnos los oídos con las palabras de los protagonistas, hacer las maletas y cubrir los 230 kilómetros que separan Lodz de Katowice. Serán cuesta abajo. Hasta que la señal de "Parker" obligue a frenar.

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