No es fácil, pero tampoco imposible, ya que Jorge Lorenzo hizo ayer sobrados méritos, en el centenario circuito de Indianápolis, para volver a soñar con la posibilidad de alzarse este mismo año con el título de MotoGP. Antes de viajar a suelo estadounidense parecía absolutamente impensable tal posibilidad, pero la contundente victoria del mallorquín, sumada a la inesperada caída de Valentino Rossi, hace que las matemáticas digan ahora que el español vuelve a depender de sí mismo, sin tener en cuenta los resultados que consiga el italiano en las últimas cinco carreras de la temporada. En cinco auténticas finales.
Lorenzo se ha puesto a cinco victorias del título. Así de sencillo y así de complicado, gracias a la colaboración de un Rossi que compareció a la parrilla consciente de que su ritmo era peor que el de Dani Pedrosa y su compañero de box, pero que en ningún caso creía que su ventaja de 50 puntos se vería reducida drásticamente a la mitad.
En realidad, y vistos los méritos acumulados por uno y otro a lo largo del año, la diferencia real entre los dos oficiales de Yamaha no era de dos carreras. La actual, de una, es mucho más real e ilusionante.
El KO de Pedrosa.
A tenor de lo visto en los entrenamientos, el gran favorito era Dani Pedrosa, pero el catalán arruinó sus expectativas demasiado pronto. Aprovechó su pole para coger el liderato con facilidad y, contrariamente al guión previsto, no soltó de su rueda ni a Rossi ni a Lorenzo.
Al italiano no le costó nada coger la estela del catalán, pero el mallorquín tuvo que recuperarse de otra mala salida pasando por fuera a De Angelis y Edwards, que lograron superarle por unos instantes.
La distancia entre los tres de cabeza y el resto fue abismal desde el primer momento y el primer golpe de efecto llegó en la cuarta vuelta, cuando Pedrosa se fue al suelo al perder la rueda delantera, por no ser capaz de realizar un cambio de dirección de derecha a izquierda. Reemprendió la marcha y tiró de casta para acabar décimo, pero resultó un triste consuelo.
Eso dejó a Rossi y Lorenzo, como tantas veces se ha visto ya este año, con un morboso mano a mano por delante. El español, bastante harto de que la balanza se decante siempre en estos casos a favor del italiano, lanzó su ataque con muchas vueltas por delante, a veinte del final. Lo hizo superándole en la potente frenada de final de recta, la que da paso del óvalo a la parte ratonera del trazado.
Fue entonces cuando se puso a tirar como un poseso, metiéndole, en menos de una vuelta, medio segundo a su rival. Rossi, que no sabe de calculadoras, intentó seguirle cuando le sorprendió una extraña caída en un viraje de derechas que abrió el campeonato y permitió a Lorenzo disfrazarse del todo de Capitán América. A su casco sumó el escudo en una celebración en la que se le vio loco de contento. Le acompañaron en el podio De Angelis y Hayden, al que ambos accedían por vez primera en lo que va de año.
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