El verano del Athletic tiene dos nombres propios: Iker Muniain y Óscar de Marcos. El primero, producto de la cantera de Lezama, se ha estrenado como titular con 16 años y ha reafirmado el valor de la factoría rojiblanca. Pero al navarro le ha salido un competidor en Óscar de Marcos, fichado del Alavés con la pretemporada avanzada y sin tener claro si su sitio estaba en el filial o en el primer equipo. Pero el de Laguardia (20 años) apenas ha necesitado una semana para reafirmar que su lugar está con Caparrós. El domingo marcó un gol al Barcelona y el jueves hizo el segundo de los empates ante el Tromsoe. La ovación que le tributó San Mamés fue apoteósica. Hay futbolista.
El jueves, nada más marcar el gol del empate ante el Tromsoe, De Marcos se fijó en la reacción de San Mamés, escuchó el griterío y se fue como una centella al banquillo, donde el primero que le recibió con los brazos abiertos fue Muniain. Una buena pareja.
El centrocampista es el máximo goleador del verano rojiblanco (5 goles) y a medida que pasan los partidos marca en choques de mayor importancia. Empezó haciéndolo con los rivales más débiles para conseguir sus dos últimas dianas en la Supercopa y la UEFA.
En la caseta son agradecidos con su comportamiento. Xabi Castillo, con el que ha compartido banda en más de una ocasión, apuntó: "Óscar está haciendo partidos muy buenos y está destacando con los goles. Siempre da el callo". "Tiene juventud, pero al mismo tiempo también demuestra carácter. Le están saliendo muy bien las cosas y hay que agradecer que esté así", apostilló Susaeta.
De Marcos es todo felicidad. Lo mismo pasa con su familia, que no ha faltado a ninguno de los tres partidos disputados en San Mamés. Llegan por turnos desde Laguardia. El jueves le tocó la suerte a la abuela, que estrujó a su nieto repleta de alegría cuando éste salió del vestuario.
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