Yong-Eun Yang, un coreano que no pintaba nada en el concierto internacional, terminó de globalizar la historia del golf, el deporte sesquicentenario. Por primera vez en la historia, un asiático alzó un título de Grand Slam y no en circunstancias cualquiera. Por primera vez en la era, Tiger Woods no ganó un grande cuando salía en la última jornada como líder. La secuencia se había repetido en 14 ocasiones desde 1997 hasta convertirlo en un dogma, el número 110 del ránking mundial se encargó de desbaratarla.
Woods cierra el año de su regreso sin un grande. Nadie duda del acierto en los plazos marcados, pero en su pelea contra la historia, contra los 18 grandes de Jack Nicklaus es un año perdido. Sin su gobierno, el año pasará a la historia como uno de los más descontrolados. Ninguno de los cuatro grandes fueron ganados por jugadores del top ten mundial. La secuencia que inició Ángel Cabrera con el Masters de Augusta, siguió Lucas Glover en el US?Open, la han rematado Stewart Cink en el British y ahora Yang. Los organizadores de la copa Grand Slam, que aglutina a los triunfadores del año, deben estar francamente contentos...
Tiger se llenó de errores en los primeros nueve hoyos (dos bogeys). Como aliado contó con Padraig Harrington, que en una catástrofe mundial firmó un quíntuple bogey en el par 3 del hoyo 8 después de mandar la bola al agua de salida y repetir la misma acción desde el rough que protegía el green. Fue una puntilla insalvable. Sí aguantó impávido el coreano Yang, el número 110 del ránking mundial, como si la fiesta no fuera con él, que se vio compartiendo el liderato con Woods a falta de cinco hoyos para terminar el torneo.
Probablemente para ponerle en aprietos en una jornada final a Woods hay que ser oriental, donde el concepto humano es un asunto baladí. Yang, que irrumpió hace dos años cuando ganó el HSBC de Shanghai, y que se llevó el alegrón de su vida en marzo pasado con la conquista del Honda Classic —adrenalina a borbotones que luego le sumió en una relajación absoluta fallando cuatro cortes en 10 torneos— cree en la suerte. En tamaño mayúsculo le llegó en el hoyo 14 cuando un chip desde el rough entró por enmedio del agujero. Un eagle. Tiger respondió con un birdie y luego dejó escapar el último par 5.
Otro error de Woods
Llegó la cuenta atrás. Le quedaban tres hoyos y la situación era extrema. Nadie en el concierto mundial se maneja mejor que Woods, pero el tramo final fue un calco de lo que fue la jornada. Se pasó el green del hoyo 17 y no embocó el putt. Yang que podía haber sentenciado, se encasquilló y le devolvió el bogey.
Aquello sonó a una actitud pusilánime, pero no iban por ahí los tiros. En el 18, donde todo se decide a vida o muerte, Yang ejecutó un segundo hierro que aterrizó a dos metros de la bandera. Los esfuerzos de Tiger fueron salvas y Yang hasta se permitió el lujo de rematar el torneo con un birdie, como si se tratara de un veterano. Definitivamente, el golf no tiene lógica ninguna.
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