Minuto 60. Estadística de posesión: Inglaterra 83%, Andorra 17%. Este dato define un choque que nunca fue tal. Un encuentro temido por Fabio Capello, quien no se fiaba del "planteamiento ultradefensivo de Andorra". Sin embargo, su apocalíptica arenga previa se fue al traste a los cuatro minutos. Su cariz serio y tenso se tornó en relajada sonrisa en el momento en que Wayne Rooney cabeceó a la red el centro de Glen Johnson.
Inglaterra se paseó ante una selección menor como la andorrana con un once de gala en el que Lampard lució los galones en la medular escoltado por un relajado Gerrard y un generoso Beckham. Los pross sacaron rendimiento al ancho de Wembley abriendo el campo y entrando por las bandas ante una timorata y endeble Andorra. Cada balón colgado al área de Koldo Álvarez era una ocasión inglesa. Mientras que los pirenaicos apenas pisaron el área de Green en la primera mitad. No había partido, era un asedio. Algo que celebraban las 57.897 espectadores que acudieron a Wembley.
Un gol de Lampard a la media hora despejó cualquier duda que pudiera asaltar la hipocondriaca mente de Capello. E incluso un segundo tanto antes del descanso certificaba que el choque caminaba rumbo a un resultado escandaloso.
Pero la segunda mitad fue un paseo. Más que por la debilidad del rival por el ritmo cansino y pachanguero del juego inglés. Sin embargo, los cambios de Capello animaron el encuentro. Defoe, que se mostró muy bullicioso, encontró premio en los minutos 73 y 75. El resto del partido fue lo que en baloncesto denominan minutos de la basura. Con Inglaterra jugando cuesta abajo y Andorra escalando el Everest, la incertidumbre era conocer la dimensión de la goleada. Crouch metió el sexto e igualó a Inglaterra con España en pegada.
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