En los Mundiales de Helsinki 2005, usted fue quinto con sólo 22 años. Ahora cuatro años después se ha conocido que Rashid Ramzi y Adil Kaouch, primero y segundo en aquella final, han dado positivo. ¿Se siente perjudicado?
Mucho. Me siento muy perjudicado tanto por mí como por mis compañeros en el 1.500 que juegan limpio. Estos dos tramposos adulteraron la competición y el espectáculo. Es un daño hecho que ya no tiene remedio. A lo mejor en aquella final de Helsinki yo hubiese sido tercero, primero, quinto... No lo sé. Lo que está claro es que dos que hicieron trampas fueron los que determinaron el resultado. Y encima, Ramzi ha seguido compitiendo durante tres años engañándonos a todos.
Ramzi hacía cosas muy raras, ¿se sospechaba de él?
Lo que no era normal era llegar a unos Mundiales o unos Juegos habiendo competido sólo una o dos veces. Eso significa que estaba escondido en cualquier parte del mundo entrenando muy fuerte y consumiendo sustancias ilegales. Es vergonzoso ver cómo alguien así logra un doblete en Helsinki 2005 (800 y 1.500), una plata en Osaka 2007 y luego encima se lleva el oro olímpico en los Juegos Olímpicos.
(Llegó a Pekín sin hacer ni un solo 1.500 internacional).
¿Qué medidas tomaría para que no se repitiese esta situación?
Por ejemplo, estrecharía el cerco sobre la gente que no está en los programas whereabout (el atleta tiene que decir donde está y a la hora que está). Hay atletas de calidad que no son vigilados y tienen más facilidades para el dopaje. Y por supuesto, a Ramzi le haría que cumpliese dos años de sanción. Esta gente engaña a los aficionados y a todos los que creemos en la limpieza del deporte.
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