España tampoco pudo romper la barrera de los cuartos en el Mundial de Corea y Japón. Esta vez no fue culpa de la mala suerte ni del buen hacer del rival. El árbitro egipcio Al-Ghandour sacó de quicio a todos los españoles. Helguera lo sufrió de cerca.
Superado el escollo de Irlanda, España se presentaba en los cuartos de final del Mundial de Corea y Japón. Allí esperaban una de las anfitrionas, la Corea dirigida por Guus Hiddink, y quien terminó siendo el protagonista principal del encuentro, para desgracia de la Selección de Camacho y de los millones de españoles que madrugaron ese sábado 22 de junio de 2002 para ver cómo la Roja se volvía a dar de bruces con la maldita barrera de los cuartos de final, esta vez empujada por un árbitro egipcio llamado Al-Ghandour, quien se hartó a señalar fueras de juego a los españoles, a los que anuló también tres goles legales, dos a Morientes y otro a un Iván Helguera que todavía recuerda con indignación ese partido:
"No se puede decir que estaba amañado porque eso jamás se sabrá, pero sí que era todo un poco raro. Parecía que el partido tenía que acabar en los penaltis sí o sí. Les dimos un baño en toda regla pero, al mismo tiempo, veía que nos anulaba goles, nos pitaba un montón de fueras de juego, algo que para ellos no existía, y poco a poco te vas enfadando. Al final, caes eliminado sin merecerlo y explotas".
Es en este momento, segundos después de que Joaquín fallara el penalti decisivo y Corea lograse el pase a la semifinal, cuando las protestas al árbitro se sucedieron:
"Recuerdo que Camacho me había cambiado durante el partido y por eso aparezco descalzo. Del cabreo que llevaba ni me di cuenta de eso. Salí corriendo y me fui a pedirle explicaciones porque me había parecido muy injusto. En ese momento me sujetaba Puyol, que conociendo cómo es me extraña que tratara más de frenarme que de comerse él al árbitro, y veía también a Camacho, que estaba indignadísimo y le decía de todo. Al-Gandhour sólo se limitaba a repetir que él no tenía ninguna culpa y a pedirme que me encarara a los líneas porque eran los que habían levantado la bandera. Y eso aún me cabreaba más porque era mi primer y, como se ha visto después, único Mundial y me tenía que marchar así. También pasaba esto con otros compañeros a los que veías entrar en el vestuario llorando como niños".
Y de entre todas esas imágenes de rabia e impotencia hay una muy especial que protagoniza Helguera. Su puño derecho cerrado y las venas del cuello tan marcadas que parecían estar a punto de explotar hicieron pensar que podría perder los papeles:
"Lo único que me falta para darle es que ahí pienso que me van a meter 30 ó 40 partidos de sanción y que voy a tardar mucho en volver a jugar a fútbol, si es que me dejan seguir haciéndolo. En el puño cerrado acumulo toda la impotencia que llevaba dentro. Y no sólo la mía, creo que la de toda España. Sabía que de los 40 millones de españoles que estaban viendo el partido, 39 se sentían igual que yo. De ahí que se me pueda ver en una imagen poco habitual en mí porque, pese a que tengo muy mala leche cuando me enfado, no suelo ponerme así. Aunque luego lo veas en frío y no te reconozcas, sucedía lo mismo que si te roban la cartera por la calle: lo primero que haces es correr a por el ladrón. Después piensas que ese delincuente te podría haber dado un navajazo pero, por instinto, te vas a por él. No te puedes imaginar la cantidad de gente, durante ese verano, que me decía que tenía que haberle pegado. Pero me alegro de no haberlo hecho".
La sensación que quedó entre los españoles es que más de uno quería ver a Corea llegar lo más lejos posible en el Mundial, algo de lo que ya se sospechaba antes de jugar:
"Camacho ya nos advirtió, además de que lo hacían bien porque corrían mucho y eran muy sacrificados, de que los coreanos estaban llegando lejos por ayudas arbitrales. En el partido de la liguilla contra Portugal y en los octavos con Italia, ya se veían cosas raras: hubo expulsiones de rivales y decisiones polémicas. Y a nosotros también nos tocó".
La rabia de Helguera en la foto demuestra algo más que el enfado por perder un partido, refleja el saber que alguien había acabado con el sueño de un equipo con posibilidades:
"Fue una lástima porque éramos conscientes de que ésta era nuestra gran oportunidad para hacer algo grande en un Mundial, ya que habríamos pasado a la semifinal, en la que nos esperaba una Alemania que no era gran cosa, y quedaba la final con Brasil, que aunque era fuerte, en 90 minutos nunca se sabe".
Lo cierto es que ésa y otras generaciones previas, que pese a aglutinar jugadores de la talla de Raúl, Morientes, Guardiola, Hierro, Luis Enrique o el propio Helguera, se quedaron sin levantar un título con la absoluta, algo que sí lograron los que llegaron después:
"Siempre ha habido buenos jugadores en España. Son épocas del fútbol y de la vida. Los que jugábamos en ese momento habíamos aprendido mucho de los que estaban antes. Y estoy convencido de que a los que ganaron la Eurocopa el verano pasado les ha ocurrido lo mismo con nosotros. Pero sí es cierto que es una pena que una generación como la nuestra no haya ganado un título, aunque también seremos recordados. Ocurre lo mismo en los clubes. Hace unas semanas Iniesta marcó un gol al Chelsea que metió a su equipo en la final de la Champions. A mí me pasó lo mismo contra el Bayern, aunque luego Zidane marcó un golazo del que nadie se ha olvidado, pero también creo que se acuerdan con cariño del gol que hice yo".
Futuro.
A sus 34 años, Iván está sin equipo, pero sin ganas de 'colgar las botas'. Aún se ve con fuerzas para afrontar una nueva experiencia:
"De momento estoy tranquilo, aprovechando en Valencia el descanso que ya me había ganado después de tantos años. Mientras, espero que salga algo de aquí a verano. Voy descartando cosas: en España es muy difícil porque cualquier equipo que te quiera fichar te exige lo mismo que el Real Madrid cuando tenía 25 años y, aunque tengo ilusión y ganas, he cumplido 34 y el físico no es el mismo; algo parecido sucede con Italia porque allí, tengas 25 ó 34 años, te has de entrenar tres o cuarto horas al día y eso ahora no es lo que más me apetece; también me han hablado de México, pero los problemas que sufre el país no invitan. Me gustaría vivir una nueva experiencia en otro país. Me atrae mucho Estados Unidos".
Valencia.
El cántabro llegó al 'INEM futbolístico' en enero tras unas desavenencias con Unai Emery y aún no se había podido escuchar su versión. Iván rompe su silencio:
"No había hablado hasta ahora porque todos esperaban que criticara al Valencia y eso no lo voy a hacer con un club que se ha portado fenomenal conmigo. No creo que hubiese motivos para que saliese del equipo, sobre todo porque yo no los habría dado nunca. Firmé tres años y los quería cumplir, pero se llegó a un punto en el que el entrenador y yo no nos entendíamos y parece que lo mejor para las dos partes, sobre todo para él, era que yo saliese. Pese a todo lo que se ha dicho, no me molesta que se dude de mi profesionalidad porque sé lo que he hecho y tengo la conciencia tranquila".
Centrado en la actualidad del Valencia, Helguera ofrece su punto de vista acerca de la conveniencia de vender o no a los cracks ches para hacer caja este verano:
"Antes se vendió a jugadores como Mendieta y Mijatovic y el club siguió siendo grande. Es una pena que se vayan Villa y Silva pero lo cierto es que están ayudando mucho al Valencia al marcharse a otros equipos por la situación económica que hay aquí. Lo primordial es el club. La gente debe darse cuenta aunque sé que es normal que quiera tener en su equipo a los mejores".
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