Muñiz dio un empujón y Granero guió al Getafe

Suelen decidirse muchos partidos por detalles puntuales y Osasuna estará en su derecho de justificar su derrota de ayer a partir de una de esas ráfagas. Fue en el minuto 25 cuando se produjo el encadenamiento fatídico de un empujoncito de M. Flaño a Mario en el área, que Muñiz Fernández convirtió en empujón al precipicio al señalar penalti (pudo serlo, pero un penaltito para entendernos) y expulsión del defensa rojillo, muy rigurosa aunque ya había visto antes amarilla por entradón a Albín. Acabó Granero con la maldición de los penaltis, espantó las moscas de Panenka y marcó abriendo la puerta al soberbio partidazo que, por fin, se marcó lejos de la cal de la banda. El problema para Osasuna es que bajó los brazos, como si ahí se acabara todo, y que sale tocado del Coliseum y con la sensación de que los de negro le han puesto una pesada cruz: penaltis y expulsiones.

El caso es que Muñiz debió sentir cargo de conciencia o piedad rojilla y se desató comiéndose luego un penalti a Granero, al que encima le sacó amarilla por simular, y otro por mano de Josetxo ante Soldado. Menuda tarde, a la nevera.

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