Empeñado en rebelarse contra el que parece ser su destino, el conjunto de Josu Uribe jugó más y fue mejor que el aspirante al ascenso, pero los números de toda la temporada se reflejaron con toda crudeza en el duelo de Ipurúa, donde dos solitarios remates le valieron al equipo más goleador de la categoría para dejar herido de muerte al segundo que menos portería ve, ya que de poco le valieron sus 14 intentos, además de numerosas faltas cerca de la frontal del área y saques de esquina.
Los alicantinos llegaron al estadio eibarrés con la lección bien aprendida y, de la misma manera que hicieron antes otros muchos equipos, se limitaron a proteger los caminos que conducían su portería sin el menor disimulo, conscientes de que tarde o temprano llegaría la oportunidad de golpear a un anfitrión demasiado hospitalario que siempre se descuida y la concede.
Replegado en su parcela, el Hércules aguardó las embestidas de un bloque armero al que ya antes de recibir la puntilla sólo le quedaba voluntad, porque ahora con el nuevo mazazo son apenas dos los puntos sumados en las diez últimas jornadas y la permanencia es algo utópico.
Ello sobrevuela cada acción de ataque, y aunque Beltrán y Arruabarrena, ambos por partida doble, ensayaron el disparo ante Calatayud, el guardameta visitante vivió un primer tiempo plácido por la falta de puntería azulgrana.
Más tranquilidad tuvo aún el local Zigor, con apenas un remate de Taborda como balance alicantino, aunque a los diez minutos de la reanudación Tote trenzó una buena jugada que el guardameta acertó a rechazar con el pie y, con el balón sin dueño en la frontal del área, Tuni se anticipó a los defensores para llevarlo al fondo de la red.
Con el botín ya en la mano, Juan Carlos Mandiá vio conseguido el ansiado botín y se apresuró a realizar los cambios necesarios para echar el candado a su portal y llevarse tres puntos imprescindibles para la carrera del ascenso.
Un ejercicio de practicidad ante el que sucumbió el bando eibarrés, que en la recta final del encuentro volvió a constatar que sus balas son de fogueo y ya se resigna a que sobrevivir en la categoría es un imposible.
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AS