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| Tema: Un fantasma en La Romareda Sáb Abr 04, 2009 6:18 pm | |
| Conviene que este partido lo presida un gran letrero en el que estaría escrita una enorme obviedad: ganarle al Girona vale lo mismo que ganarle al Xerez. Y cualquier matiz que se le pueda agregar a la victoria del Zaragoza el pasado sábado en Chapín (que los tiene, y muchos) queda diluido por la evidencia de que, a estas alturas de la competición, cada triunfo adquiere el calificativo de vital. También el Girona sabe que las obligaciones se multiplican a la misma velocidad que avanza el calendario del campeonato. En el caso del local, tal exigencia tiene que ver con el largo esprint que lo aguarda hasta el ascenso; por lo que se refiere al conjunto de Raúl Agné, la impresión inicial revela que su excelente primera vuelta lo puso a salvo de cualquiera de esas contingencias que tan a menudo suceden en el fútbol. Por ejemplo, que un equipo lleve toda la segunda vuelta (nueve partidos) sin ganar. Al Girona le ha ocurrido exactamente eso. Su casillero se ha convertido en una manifestación de empates (ocho de los nueve últimos, nada menos que 15 en total) y Agné siente una lógica cautela contra ese paso remolón. Aunque el Girona está ocho puntos por encima del descenso, cualquiera sabe que doce jornadas son tiempo suficiente para que un buen año se tuerza y acabe con todos pidiendo la hora. Tarjetas. Lo mismo le sucede al Zaragoza, sólo que de manera distinta. Tras un año de rotunda irregularidad, puede enlazar hoy su tercera victoria consecutiva y aproximarse todavía más de lo que ya está a las puertas del ascenso. Si es que falla alguno de los de arriba, claro. Y si no lo hacen, al menos irá cumpliendo los plazos. Para el Zaragoza, más allá de los que le plantee el Girona, el riesgo de este partido consiste en la descompresión: después de ganar en Chapín, debe sostener el paso frente a un rival de corte opuesto. Para reproducir una victoria no basta con reproducir el equipo que la logró, pero Marcelino podrá hacerlo, si le place. O bien afinar algún cambio inesperado, como si sintonizara en el dial una emisora de señal débil. El indulto a Ponzio le respeta la arquitectura del medio campo, mientras que el regreso de Songo'o le permite elegir por afuera. Sólo la incógnita entre Pignol y Paredes establece una cierta duda en el once. El Girona, por su parte, se ha comportado durante la semana de modo poco habitual, lo que subraya la relevancia que Raúl Agné le concede al choque. Frente a la más mínima tentación de victimismo, el Girona cuenta con la ventaja de haber ganado en la ida en Montilivi. Una de las actuaciones más lastimosas del Zaragoza en todo el año, lo que convierte el antecedente en una especie de fantasma que sacudirse esta noche. En el plano psicológico, aquel resultado autoriza al Girona a razonar que, si lo hizo una vez, puede hacerlo dos. Para que sus futbolistas no ingresen en una complacencia de equipo inferior, Agné les ha ocultado el once toda la semana. Tiene a siete jugadores al borde de la suspensión, pero no piensa guardar nada. ¿Y para qué? Los puntos están en todos los campos. Incluso en La Romareda, claro. Entre la excelencia (presunta, opinará un escéptico) del Zaragoza y la insolencia del Girona (o lo que quede de ella a estas alturas) se desenvolverá este partido. Como en aquella medallita del amor, ganar vale hoy más que ayer, pero menos que mañana. Y así será hasta que no quede mañana... - Spoiler:
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