El parto de la primera derrota del Real Madrid ante el Bilbao Basket en cinco años -que se dice pronto- sobrevino en circunstancias inhabituales. Por lo menos, parecían atípicas en la ACB. El paso adelante de la cara b del Iurbentia dejó al equipo de Plaza sin respuestas. La puesta en liza de Markota, un pívot que cabalga como nadie en el territorio de los triplistas pero que apenas expone su físico en la pintura, y la recuperada inspiración anotadora de Recker, amén de una defensa colosal encabezada por Guardia y un dominio en el rebote que pocos podían advertir frente al mejor equipo de España en este apartado, rompieron las vigas maestras de un Madrid que regresó a las sombras tras ocho partidos engarzando éxitos en la Liga regular y tras firmar una excelente propuesta en Tel Aviv, para romper con 13 años de sequía en casa del Maccabi.
Quizá era lo peor que le podía ocurrir al cuadro blanco en el majestuoso escenario del Bizkaia Arena. Salir con los números en la mano: ocho triunfos seguidos en la competición doméstica, nueve muescas ante los bilbaínos y la imbatibilidad del Top-16. Por eso muchos jugadores comparecieron ausentes. Mientras tomaban nota del partido que les tocaba jugar, la parroquia local acumulaba una semana ideando emboscadas para tomar cumplida venganza de la injusta derrota del año pasado. El deseo y las ganas las puso el cuadro vasco. El partido fue un pulso igualado hasta que Markota lo dinamitó en diez minutos explosivos con 12 puntos, un mate en la cara de Hervelle y un tapón a Reyes a 20 segundos del final. El debut de Winston fue la única noticia positiva para un Madrid que extravió la inspiración en un viaje relámpago desde Israel.
Fuente:As.com