La afición del Athletic está tan hambrienta, tiene tanta ilusión por llegar a la final de Copa, que es capaz de cualquier cosa con tal de apoyar a los leones. Los veinteañeros no se han visto en una igual y no se quieren perder el partidazo del miércoles ante el Sevilla. Un millar de personas pasó la madrugada de ayer en los aledaños de San Mamés, en tiendas de campaña, en coches particulares, en esterillas, entre mantas... Todo con tal de conseguir una de las cerca de 3.000 entradas que se pusieron a la venta a unos precios que ponían los pelos de punta. No hay crisis que valga con el Athletic de por medio y se agotaron en cuatro horas. Los abrazos entre aficionados billete en mano eran alucinantes.
Eso sí, hubo problemas en la pelea por las entradas más económicas, las de los fondos. Costaban 45 euros y duraron sesenta minutos. Aprovechando el caos del pistoletazo de salida a la apertura de taquillas y la pelea del personal de seguridad con los primeros de la cola, algunos con claros síntomas de embriaguez, se colaron unos treinta listillos. Ello motivó que chavales que llevaban toda la noche esperando abandonasen la fila por no poder sacar del bolsillo 85 o 95 euros. También se abucheó a algunas personas identificadas como reventas. Hubo hasta un desmayo de una mujer de unos 50 años a dos metros de la taquilla. Necesitó asistencia médica.
Haciendo de tripas corazón, pidiendo permiso por teléfono para comprar billetes a ese precio, se fue terminando el taquillaje. El Athletic, gracias a tal generosidad, batirá el récord de recaudación, que databa de la anterior semifinal, en 2005, ante el Betis. Superará los 1,5 millones.
Socios in extremis. Sorprendió sobremanera que algunos socios retirasen sus entradas ayer mismo en taquillas cercanas a las tres que había para el público, exponiéndose a quedarse sin ellas. Ya es sabido de otras ocasiones que aficionados con localidades con mala ubicación esperan a este día para hacerse con otras mejores, pero con tanta demanda. Lo cierto es que no tuvieron que esperar cola y cumplieron con su objetivo.
El club decidió abrir las ventanillas un cuarto de hora antes de lo previsto. La larga espera, aliviada por el reparto de chocolate y agua mineral, dio para todo. Para partidas al parchís, rondos de fútbol y, sobre todo, para lanzar cánticos de apoyo a los leones. Todavía sonaban a las tres de la madrugada el "¡Vamos a ir a la final!" y el más guerrero "¡Athleeetic!".
Entre las decenas de seguidores rojiblancos, una intrusa muy bien tratada: una bilbaína aficionada del Sevilla con bufanda y bandera del club hispalense. Hubo cordialidad y muchas risas con ella.
A las dos horas y cuarto de abrirse las taquillas, ya había desaparecido toda la cola. Restaba alguna entrada antes de comer, no llegaban a un centenar. Y, al parecer, Ibaigane estimó que no merecía la pena mantener el dispositivo por la tarde y las asumió para la venta propia, de compromisos del club. Este diario ha podido saber que Ibaigane rechazó numerosas peticiones entre empleados y directivos antes de la puesta del papel en taquilla dando ejemplo. Era un día para satisfacer la necesidad de unos aficionados esporádicos pero tan ilusionados o más que el socio con esta cita. Había que premiar el esfuerzo del millar de aficionados que se tiraron allí la noche.
Desorden. Visto que hubo problemas para que hubiese un orden justo en la recogida de las entradas al meterse por medio personas que no estaban apuntadas en las listas de cien en cien aficionados que se iban apuntando, el Athletic está obligado a darle a la imaginación para que esto no se repita. Una opción es recoger escrupulosamente en una relación la identidad, con DNI, de quienes pretendan comprar entradas. Otra, que se distinga a quienes estén en la fila con unas pegatinas y el número correspondiente para filtrar el acceso a las taquillas antes de hacerse con los billetes.
No obstante, no hay que olvidar que la batalla contra el Sevilla empieza mañana, en Liga. Hará falta aliento.
Fuente:As.com