Michael Jordan tenía una relación especial con el Madison Square Garden. Le motivaba y derrochaba respeto por el histórico recinto. Algunas de sus mejores imágenes, las que todos tenemos en la retina, se produjeron en el parquet del pabellón de su ciudad: el mate con rectificado de su temporada de novato, el alley oop golpeando con los pies en la cabeza de Pat Ewing, aquel reverso por línea de fondo ante John Starks para matarle en la cara al pívot jamaicano, su último partido con la camiseta de los Bulls allí, en el que se calzó unas Jordan I... y el día de los 55 puntos. Jordan regresaba tras su primera retirada, era la temporada 95/96, y firmó un partido para la leyenda.
Posiblemente nunca hubo otro más grande que Jordan. O quizá sí. Pero nadie persiguió tanto su sombra como Kobe
El récord de anotación en un encuentro del viejo Madison lo ostentaba Bernard King, aquel alero de los Knicks con tanta clase como malas rodillas, que sumó 60 puntos en la Navidad de 1984, aunque su equipo perdiera contra los Nets.
Kobe, a lo Jordan una vez más
No es un secreto que Kobe sigue los pasos de Jordan. Miméticamente, más que ningún otro jugador de la historia. Su devoción por él es la misma que siente por el juego en sí y su historia: "Es el último que queda. Teníamos el Boston Garden, donde nunca jugué, teníamos el Forum y está el Madison. Es la última cancha que alberga recuerdos de todos esos grandes jugadores", decía Kobe al acabar el partido. "Cuando subes en el ascensor piensas en Willis Reed, en Jerry West y en la rivalidad que tenían en esta cancha", añadía.
Posiblemente nunca hubo otro más grande que Michael Jordan. O quizá sí. Lo que es evidente es que nunca nadie persiguió tanto su sombra.
Fuente:marca