Hoy hay programa doble en el Real Madrid. Primero, Asamblea, a la hora de los churros. Después, partido, en el tiempo de la cena. Deberían ser actos independientes, pero sabemos que se conectan y se jalean. En 2005, tras una Asamblea y una derrota ante el Levante, Calderón soportó la primera pañolada y sentenció a Capello. Es difícil establecer comparaciones, pero se mantiene la misma certeza que entonces: el día será largo.
Si nos ceñimos al fútbol, el contrincante, el temible Sevilla, nos sitúa ante la primera clave del partido. El Real Madrid ganó la pasada Liga por ser implacable contra los rivales directos. Venció a los cuatro primeros (seis victorias) y, si incluimos a los ocho mejores, sólo se permitió una derrota (Pizjuán, 2-0) en diez partidos. Semejante contundencia fue dejando enemigos en la cuneta, más perjudicados en la moral que en los puntos. Y parecida oportunidad se presenta ahora. A partir de esta noche el vigente campeón afronta la etapa reina de la Liga, aquella que encadena a Sevilla, Barcelona, Valencia y Villarreal. El balance final no sólo servirá para calibrar la talla del Madrid, también la de sus adversarios.
Schuster recupera para este partido a Higuaín y Robben, si bien la titularidad de este último es duda. La lógica sugiere que Drenthe jugará de inicio y su compatriota, de salud quebradiza, saldrá en la segunda mitad, pero el entrenador es un misterio que se crece después de leer los periódicos.
No caben intrigas en el resto de líneas: juegan los vivos. Y no sobran. Para completar el cupo, Schuster ha tenido que convocar a los canteranos Bueno y Antón, lateral zurdo. Los recambios están claros: la baja de Pepe será cubierta por el regreso de Cannavaro, Salgado se mantendrá en el lateral derecho, por lesión de Torres, y Van der Vaart hereda (sin merecerlo) el puesto de Sneijder, también baja.
Reconfortan las novedades en la delantera, pero no deberíamos olvidar que los problemas del equipo (20 goles en contra) se localizan más en el orden defensivo que en el plan atacante (30 a favor).
Bajas.
Si el Madrid se lamenta por las bajas, el Sevilla también podría escribir un soneto. No puede contar con Javi Navarro, Crespo, Maresca, Chevantón, Acosta y Koné. Tampoco estará disponible Luis Fabiano, que fue expulsado contra el Barcelona y cumple sanción. Su ausencia deja un cráter después de sus dos tantos contra el Partizán, pero la fría estadística nos desmiente: ha faltado en tres partidos y en los tres venció el Sevilla.
A pesar de los inconvenientes, a Jiménez le queda un equipo bonito, parecido al Madrid en cuanto que acumula sus mejores recursos en ataque: Adriano, Navas, Renato y Kanouté. Capel, en principio, estará en el banquillo a la espera de una oportunidad y de otro flechazo.
Rumbo.
Pero Real Madrid y Sevilla no sólo comparten fisonomía y lesionados, también trayectoria. Los sevillistas arrancaron la Liga con siete jornadas invictos (cinco victorias y dos empates), firmando el mejor arranque de siempre. En las seis últimas jornadas, sin embargo, han sumado dos victorias, un empate y tres derrotas, la última contra el Barça (0-3). Su paso por la etapa reina se salda, después de dos partidos, con un solo punto, el que han sacado frente al Valencia en el Pizjuán (0-0).
El Madrid, que remontó el traspié de Riazor con nueve jornadas sin perder (siete triunfos y dos empates), acumula recientemente una igualada y dos derrotas, la última en Getafe.
Por si no faltaran alicientes, hoy pita Bernardino González Vázquez, árbitro que una noche de abril de 2005 levantó en armas al madridismo al expulsar en el Bernabéu a Zidane y Samuel, además de tomar otras decisiones polémicas que la web del club consideró aviesas en el artículo "Los siete pecados capitales de González Vázquez". Pero que nadie se sienta aliviado en el Sevilla, porque este árbitro ha expulsado a ocho sevillistas en doce partidos. Don Bernardino no es parcial, es demoledor.