En uno de los accidentes más extraños de la década un perro disparó accidentalmente (suponemos, aunque es difícil de establecer a ciencia cierta) un rifle calibre .22, con tanta puntería que el proyectil se alojó en las cachas de su dueño. El hombre, fuera de peligro, se recupera de la operación.
Al parecer, el hombre de 40 años formaba parte de un grupo que había matado un chancho en Te Kopuru. Cuando se subieron al vehículo el arma de fuego estaba en el piso de la cabina y al treparse su fiel mascota con la pata accionó el gatillo. Según relataron a la policía todos creyeron que el arma estaba vacía pero tenía cinco cartuchos dentro.
La víctima fue traslada al hospital de Whangarei donde los cirujanos le extrajeron la bala y evoluciona favorablemente. Los paramédicos que lo atendieron en la ambulancia explicaron que el proyectil partió del piso del auto atravesó el asiento y se alojó en la retaguardia del desafortunado cazador.
Moraleja: nunca juntar perrillos con gatillos.