Paco Vázquez, un especialista del lanzamiento de larga distancia, abortó una esforzada remontada del Estudiantes que le llevó de perder por diecisiete puntos a hacerlo sólo por uno a falta de tres minutos (de 50-67 a 70-71) con el único triple que anotó en todo el partido (lanzó cinco). El latigazo del escolta ibicenco dictó sentencia a falta de 31 segundos. El iurbentia Bilbao había sido dueño y señor del choque. Había anotado veinticinco puntos en el segundo cuarto y veintiocho en el tercero. El cuarto lo perdió por 21-9 y casi le cuesta el partido. La racha, sin embargo, no expió todos los pecados del equipo madrileño. Vázquez lo impidió.
Una pretemporada casi perfecta (seis victorias en siete partidos) y los cambios en forma de fichajes y de cambio de entrenador han renovado los aires del MMT Estudiantes. La brisa que corre por el vestuario y que sopla en las gradas desprende una frescura renovada incluso para empezar el nuevo curso de prestado en la pista del Real Madrid hasta que el Telefónica Arena vuelva a alojar a los colegiales, más o menos a finales de este mes.
Ha sido una remodelación que ha mejorado el aspecto de los estudiantiles en todos los aspectos. Pero el iurbentia Bilbao, la revelación de la pasada temporada, no ha perdido el gesto. En su último paso por Madrid, hace pocos días, derrotó al Real Madrid en uno de los amistosos de precampaña y, en esta ocasión, también sacó tajada con un triunfo sólido y bien trabajado durante treinta minutos y expuesto a una grave amenaza en los diez últimos. El Estudiantes, por el contrario, jugó a ráfagas. Sólo tuvo la manija en el primer cuarto (16-14) y las rachas no le bastaron para menoscabar la constancia del equipo vizcaíno hasta que enganchó el arrebato que le llevo al 70-71.
Las pérdidas de balón (doce en la primera parte) y la irregularidad en la dirección (dos asistencias al descanso) cavaron el hoyo de los madrileños, ahondado en una tercera parte sensacional del letón Janis Blums, que luego perdió la brújula. El báltico salió a la cancha al principio metió todo lo que tiró y todo lo que hizo fue positivo para el Bilbao. Sin embargo, la rotación le devolvió al banquillo y no volvió hasta bastantes minutos después. Cuando regresó martilleó la superioridad que sus compañeros habían construido a partir del segundo cuarto, en el que los bilbaínos anotaron veinticinco puntos.
Apuesta ofensiva
El descanso interrumpió la labor de Javier Salgado, referente del ordenado y flexible ataque vasco, con siete puntos de diferencia (32-39). La aportación de los dos banquillos a la producción ofensiva también fue mejor por parte visitante. Y, del mismo modo, el acierto desde la línea de triples. Blums brilló en este apartado. Sus puntos dieron alas al Bilbao en el tercer periodo, en el sumó otros veintiocho puntos que alargaron la brecha a diecisiete puntos (50-67) y abocaron a los colegiales a la heroica para intentar salvar el debut liguero.
Al Estudiantes se le da bien ir contra corriente. Y lo que nadie esperaba es que Blums, que había acertado en todo lo que había intentado, se convirtiese en un pozo de errores en plena tormenta local. A poco más de tres minutos para el final, con Pancho Jasen eliminado por faltas con una técnica descalificante que supuso también la quinta en su cuenta desde hacía tiempo (m.33), los madrileños lanzaron el primer ataque con opciones de empate (68-71).
Los hombres de Luis Casimiro habían revertido el sentido del encuentro hasta tal extremo que las pérdidas de balón acumuladas por los vascos reseñaban diecisiete posesiones perdidas -dos más que las del cuadro colegial en esos momentos-. El estadounidense Tom Wideman alimentó la ilusión de la remontada (70-71), pero su compatriota Quincy Lewis salió al rescate. El norteamericano acertó, ya dentro del último minuto, en un tiro desde media distancia (70-73) de efectos letales porque, a continuación, plantado en el arco de 6,25 metros, Paco Vázquez acabó con algarabía del Estudiantes (70-76). Faltaban 31 segundos y el marcador sólo volvió a moverse para registrar un tiro libre de Wideman.
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