La visita del Real Madrid a Albania comenzó como una fiesta para los aficionados locales y cerca estuvo de terminar de la peor manera posible, a oscuras. Un corte de luz que afectó a toda la ciudad de Tirana dejó a oscuras el estadio Qemal Stafa en el descanso, que se alargó durante más de una hora y media. Fueron necesarias hasta las gestiones del Ministro de Industria de Albania para conseguir que se arreglara el generador que dejó sin luz el campo. Rezart Taci, el empresario petrolífero que organiza la Taçi Oil Cup y es propietario del Gramozi Ersekë, había pagado 2,5 millones de euros para que su equipo se enfrentara al Madrid. No era cuestión de quedarse a medias y, al final, se hizo la luz, pero no del todo. Y es que la segunda parte se jugó en un ambiente íntimo, a media luz. Sólo faltaron las velas. Fue entonces cuando más brilló Guti y apareció Benzema para decidir el choque. Entre los dos firmaron el 1-2 final.
Lo cierto es que mientras hubo luz tampoco se vio mucho del Madrid, que salió de inició con Dudek; Ramos, Garay, Metzelder, Marcelo; Gago, Granero, Guti; Kaká; Cristiano y Raúl. El equipo que entrena Manuel Pellegrini comenzó tan despistado como el pasado sábado en San Mamés y en el primer minuto ya iba perdiendo. Xhafa aprovechó un error táctico y de marcaje de Sergio Ramos y batió de cabeza a Dudek.
Cristiano y Kaká fueron titulares por contrato y Raúl y Guti por decisión de Pellegrini. Raúl se ofreció y se movió por el ataque como acostumbra, pero sin fortuna en el remate. Pudo marcar a la media hora, pero su tiro desde el área pequeña apenas sirvió para asustar al portero. Guti, que vio una amarilla por simular una falta, firmó los mejores pases de su equipo y protagonizó los pocos intentos de elaborar, de construir por parte del Madrid. Cuando quiere jugar, nadie como él. Incluso sobre el patatal que era el césped del Qemal Stafa, más próximo a un terreno de labranza que a un campo de fútbol. El balón no rodaba sobre el césped, saltaba como un conejo en el monte.
En ese juego sin continuidad del equipo blanco, que la primera parte apenas pisó las bandas, quien más se mostró, además de Guti, fue Cristiano y de sus pies nació el gol del empate. Cuando apenas faltaban diez minutos para el descanso, un pase del portugués fue aprovechado por Kaká para marcar de cabeza entrando desde atrás. Colaboró Raúl arrastrando a los defensa y dejando libre el camino al brasileño. La mejor maniobra colectiva de todo el primer tiempo.
Llegó después el apagón y un descanso que se prolongó durante más de hora y media, tiempo en el que Manuel Pellegrini pudo pensarse con calma los cambios. Retiró a Ramos, Garay y Kaká dio entrada a Arbeloa, Albiol y Benzema, que pasó a ser el compañero de Cristiano en ataque, mientras que Raúl se retrasó hasta la mediapunta.
Salió con otro aire el Madrid, más centrado, con más intensidad y concentración. Guti se adueñó del balón y el Madrid dominó con autoridad, estableciendo la verdadera distancia que hay entre los dos clubes. El juego continuó sin ser brillante, pero, al menos, el conjunto de Pellegrini mostró una imagen más decente. Pudo marcar Raúl, se movió por todo el ataque Cristiano y buscó el gol Benzema hasta que lo encontró. Remató de primeras un gran pase de Guti en la acción más brillante de la larga y fría noche.
Lo mejor es que nadie se lesionó, no volvió a irse la luz y más de tres horas y cuarto después de su inicio pudo terminarse el encuentro.
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