Parecía el del Bernabéu un buen final de fiesta para el fin de semana madrileño. Un 'weekend' que comenzó el sábado con miles de personas en la Noche en Blanco -curioso, una las actividades más vistas del evento fue el Museo del Bernabéu, abierto para la ocasión hasta las tres de la madrugada-, continuó en la tarde del domingo con el final de la Vuelta Ciclista a España en Cibeles y que debía terminar con lo que parecía iba ser un festival en el coliseo blanco. Magnífica temperatura y césped en perfectas condiciones para la práctica del fútbol, que dirían los clásicos.
Y la cosa no empezó nada mal para el Real Madrid. A los veinte segundos de partido agarró el balón Cristiano en la zona de tres cuartos. Una diagonal y 27 segundos después el balón estaba en la red y el portugués con los brazos abiertos mirando a la grada. No se había sentado ni Pellegrini. Cuatro minutos después, Cristiano reventó la mano derecha de Renan, Raúl tiró al muñeco a bocajarro y a Kaká se le fue por un suspiro al lado del poste.
Tsunami blanco en cinco minutos que dejaba claras varias cosas. Una es que el Madrid quería solventar por la vía rápida. Por eso salió Pellegrini con todo. Recuperado Sergio Ramos para el lateral derecho y con Gago en lugar del lesionado Xabi Alonso, el chileno dispuso un ataque con Kaká, Cristiano, Raúl y Benzema. Dinamita pura.
El otro presupuesto de la inicial avalancha blanca parecía ser la presunta candidez xerezana. El gol de Cristiano pilló a Casado mirándole en vez de entrarle y a Renan comenzando la estirada con el portugués ya celebrando. La siguiente, la triple galáctica del portugués, Raúl y Kaká, sorprendió a todo el equipo andaluz mirando al tendido. Presagiaba todo, entonces, miedo escénico y goleada, pero nada más lejos de la realidad.
Lecturas madridistas
Porque el partido nos dio otra cosa y ofreció lecturas de lo que todavía es este Real Madrid, que promete tantas cosas que si no las ofrece desde ya parece incluso desilusionar. La primera parte, una vez con ventaja, dejó a los de Pellegrini presos de sus pecados. Vacías las bandas -ni siquiera Sergio Ramos en su reparación se lanzó arriba como acostumbraba-, el Madrid se atascó en su particular embudo, con Cristiano y Kaká metiéndose al centro y Benzema retrasándose para buscar balón. Sin combinaciones ni aperturas, el Madrid empezó por perder la perspectiva, continuó por el balón y terminó por la posesión. Y sin Xabi Alonso, cuya ausencia, después de lo visto, puede resultar mucho más trascendental que la de cualquier otro. Gago, definitivamente, no llega ni por asomo a las prestaciones del tolosarra.
Todo esto permitió al Xerez quitarse la modorra y ponerse a disfrutar de la ocasión. Olvidados los primeros cinco minutos, el Xerez firmó un primer acto más que digno. Comandado por Moreno y con los chispazos de Viqueira -larguerazo de falta del crack-, el equipo de Ziganda tomó el mando del partido y asustó al Bernabéu. Datos fríos, pero contundentes: tres faltas andaluzas por nueve madrileñas. Cinco saques de esquina de los de Ziganda por dos de los de Pellegrini.
Fin de fiesta feliz
La segunda parte mostró el mismo patrón. Salida en tromba del Madrid, que en dos minutos había apurado de nuevo a Renan. En falso, eso sí. El tiempo devolvió el balón al Xerez, que se sintió cada vez más a gusto, y la indecisión al Madrid, que se notó un poco más perdido. Así lo vieron los técnicos y así se reflejó en sus posteriores decisiones. Ziganda creyó en la gloria: al campo Momo y Antoñito por Casado y Maldonado. Pellegrini quiso poner orden: Granero y Guti al pasto por Raúl y Kaká.
Cambió el chip del partido y se alteró la última media hora de partido. Influyó, sí, la fatiga xerezana, pero también la disposición madridista, con más balón y más juego. Fue uno de los nuevos, Granero, quien la puso en un saque de esquina en la cabeza de Cristiano. Segundo del Madrid y cuarto del portugués, máximo goleador ya del campeonato.
El tanto terminó de romper al Xerez, ahogado en la mismísima orilla del gol después de tanto nado. Los de Pellegrini terminaron de apoderarse del balón y así llegaron el tercero, de Guti, y el cuarto de un Benzema que se llevó premio en la que quizá fue su tarde más gris. También hubo tiempo apara aplaudir al valiente Xerez y para dar la calurosa bienvenida a Van Nistelrooy, que marcó tras sustituir a un Cristiano que, poco a poco y gol a gol, va apoderándose de todo lo bueno que va mostrando este Real Madrid.
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