Otro harakiri rojiblanco en el Camp Nou, con cuatro goles encajados antes del descanso. Ibrahimovic, Messi (2), Alves y Keita se repartieron el pastel. Agüero y Forlán, los mejores rojiblancos, aminoraron los daños.
Pelotazo al larguero de Henry a los 45 segundos. Gol de Ibrahimovic antes de los dos minutos. Otra vez Pearl Harbor para el Atlético. Ante el mismo rival, en el mismo escenario, con la misma pinta. Así se desplomó, por segundo año consecutivo, el cielo sobre el equipo de Abel, que ha fraguado su leyenda de equipo inexplicable en este Camp Nou, donde llegó cautivo y desarmado en muchas ocasiones y salió orgulloso y vencedor. Ese era el mensaje de la víspera. Había que esperar lo sobrenatural. Y sobrevino, en cambio, lo natural, una superioridad aplastante del Barça, más en puntería que el fútbol.
El Atlético tuvo una muerte rápida, con diagonales de izquierda a derecha que no previó su zaga en línea. La primera bala trazadora la puso Busquets y la despachó a la red Ibrahimovic con soltura y suavidad. La segunda partió de Xavi y acabó en el zigzagueo de Messi, que salvó sin apreturas la salida de Roberto para hacer el segundo. El meta atlético se fue al descanso con cuatro en la jaula y ni una sola parada como atenuante. Todo lo que apuntó a su arco allí acabó.
Y es que el Barça ni siquiera necesitó meter a su presa en ese tejido pegajoso que inventa Xavi, un juego envolvente acaba llevando al adversario contra su puerta. Al Atlético lo despachó con cuatro manotazos de un ataque demoledor. Abel empleó a Pablo porque temía la maña aérea de Ibrahimovic y el sueco dio sus mejores muletazos por bajo. Perea se vio desbordado por Henry y Antonio López sólo le ganó un cara a cara a Messi.
En el centro la propuesta atlética fue atrevida, con Jurado, un futbolista de buen sentido sobre el que regenerar el juego, pero con Simao y Maxi muy abiertos y dos puntas puras arriba, a Assunçao se lo llevó la corriente. También por exceso de valor murieron los rojiblancos.
Agüero se aprovecha de Chygrynskiy
Con el 2-0 hubo al menos respuesta atlética. Dos remates de Maxi y otros dos de Jurado probaron que el Barça no es perfecto. Y Chygrynskiy, más corto de velocidad y raza que Puyol, aún menos. Al arrimón rojiblanco sobrevivió el cuadro culé, que ascendió al 4-0 antes del minuto 40 con un zapatazo lejanísimo de Alves que Roberto vio muy tarde y una jugada de arte mayor de Ibrahimovic y Messi (le permitieron un giro de 360º en el área) culminado por Keita. Y entonces, demasiado tarde, Agüero acertó donde antes habían fallado otros. Por ahí también andaba Chygrynskiy.
El Atlético necesitaba otro gol rápido a vuelta de vestuario que le devolviera la fe. Y como no llegó en los primeros diez minutos, Abel retiró a Simao y colocó a Cleber Santana. Después quitó a Assunçao, que estaba al borde de la expulsión, y a un tocado Agüero. Soldados que huyen vale para otra guerra. Los cambios sonaron a fin de la aventura, a asunción de una derrota sin escándalo. El Barça, a esas alturas, estaba ahorrando. O ahorrando aún más para ser exactos, porque Guardiola dejó en el banquillo de salida a Puyol, Abidal, Touré Yayá e Iniesta. No todos indiscutibles, no todos en su mejor forma, dirán. Apuesto a que en una final de la Champions estarían los cuatro.
Y así, sin dejar de mandar pero conservando motor para otras carreras, se dejó ir el once de Guardiola, que cambió de timonel, con la salida de Xavi y la entrada de Iniesta, sin cambiar de rumbo. También tuvo minutos Márquez en un equipo tan lujoso que puede permitirse tener su cabeza en pasado mañana sin aflojar hoy (la prueba fue el quinto, también de Messi).
En el Atlético, Forlán desperdició dos balas e hizo blanco en la tercera. También demasiado tarde para meter miedo de verdad a un Barça cómodo. Y es que el uruguayo y Agüero, soberbios ambos, no dan para hacer de cimientos y de tejado.
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