No para de llover sobre el Calderón. Cuando la limitada afluencia a la manifestación contra los dueños presentaba un panorama favorable para recuperar cierta tranquilidad, el Atlético naufragó en el campo y el lío sigue muy vivo. Al final, la grada abroncó al palco y al equipo y el panorama es oscuro. El martes, poco que ganar y mucho que perder con el APOEL y el sábado, al Camp Nou. Semana complicada que requería una victoria pacificadora ante el Racing. No llegó y ni siquiera estuvo muy cerca.
Entre tanto ruido, no debería pasar inadvertida una noticia que da esperanza futbolística al Atlético: el estupendo partido de Jurado. Con Agüero y Forlán en depósito, Abel decidió poner medio partido a cada uno y colocar de inicio al sanluqueño en su puesto natural de mediapunta. Ahí brilló en el Mallorca, tras un gris primer año en el Manzanares, donde jugó siempre pegado a la banda y no aportó demasiado, sepultando sus detalles técnicos bajo una montaña de indefinición y aparente falta de carácter.
Ayer, en una tarde difícil, demostró que, tal vez, el problema sólo fuera de juventud y posición. Exhibió carácter y talento, mucho talento, justo lo que más necesita el Ateti. Ahora le toca a Abel encontrar una solución para el rompecabezas, porque con Kun y Forlán inamovibles en condiciones normales, tiene tres opciones: arriesgar con un 4-4-2 en rombo, lograr que rinda en la banda o cambiar el sistema. Pero, con lo que tiene, la mejor opción de este equipo para dar el salto de calidad es que Jurado estalle.
Porque lo que le rodea está cogido con alfileres. Ayer lo demostró el Racing, que puntuó en el Manzanares sin necesidad de jugar especialmente bien ni aliarse con la suerte. Sencillamente, su rival no era para tanto. Pero sería un error menospreciar a los de Mandiá por las carencias del Atleti. En la primera parte, lució un ataque muy interesante, con Geijo de hombre-boya, Munitis zascandileando como sólo él sabe y Arana y Serrano llegando una y otra vez desde las bandas. Suficiente para dar el primer aviso cuando Geijo cruzó demasiado un mano a mano con Asenjo tras 20 minutos de tedioso tanteo.
El susto despertó a Agüero, que jugó la primera parte mientras Forlán esperaba en el banquillo para sustituirle tras el descanso, pero su tiro provocó la primera de las muchas paradas de Toño. Al poco, Kun le metió un balón perfecto a Simao, pero éste demostró que su zurda es de fogueo. Al encontrar al fin algo de ayuda, Jurado se soltó y, bicicleta va, regatito viene, puso un balón en la escuadra que Toño salvó con una estética palomita. Pero no pudo repetir milagro en el 43', cuando Jurado enganchó con la zurda un rechace fuera del área y puso la pelota pegada al palo. 1-0 y, al fin, sonrisas en el Calderón.
Como era de esperar con este Atleti, la calma duró un suspiro. Arana, que ya había avisado poco antes con una jugada individual que sacó Asenjo con maestría, recibió en el punto de penalti rodeado de cuatro defensa atléticos. Gente de bien, todos ellos, se quedaron quietos mirando como el racinguista se la ponía atrás a Serrano, que fusiló. Y al descanso con cara de tontos.
Con diez.
Nada más volver, Crespo se ganó la roja con una entrada por detrás a Simao, que se iba directo a portería. Morris corría a la altura del portugués, pero la intención y las formas, justifican la expulsión. Con Forlán ya sobre el campo y un jugador más, el futuro parecía abrirse para el Atleti. El Racing se encerró y las ocasiones locales fueron goteando con una falta directa al poste de Forlán y un paradón de Toño al uruguayo tras pase maestro de Jurado como puntos álgidos.
Pero el gol no llegaba y Abel hizo un cambio extrañísimo al retirar a Jurado, el único rojiblanco con capacidad para dar un pase entre líneas, cuando el Racing defendía más atrás. Cosas de técnicos, aunque sí gustó su decisión de dar entrada a Keko, notable, antes que a Reyes. Ya sin Jurado para inventar algo, la recta final fue plácida para los de Mandiá, que se permitieron incluso rozar la heroicidad con Serrano. Hubiera sido demasiado premio y castigo. El empate fue tan justo como la ira final de la grada.
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