Es el principio de una nueva era, eso no cuesta decirlo. Lo difícil es adivinar la altura y la duración. El Real Madrid comienza hoy una aventura que sólo encuentra precedente en el primer proyecto galáctico, pero que se diferencia de aquel en la juventud de los protagonistas. Y eso es mucho más que un detalle. Si la primera galaxia fue una reunión de generales, el nuevo equipo representa la modernidad absoluta, el anticipo del futuro. En pocas horas retiraremos parte del velo, pero ya podemos decir que este Real Madrid combina la fortaleza del Chelsea con el talento que suele acompañar a los cuerpos ligeros. Pero aquí no los hay. Aquí hay un tanque forrado de diamantes.
A ese deslumbrante prototipo se enfrenta el Depor, sumando, es fácil suponerlo, la curiosidad al respeto. Si alguien recuerda que más difícil fue el Centenariazo tendrá razón y animará a la tropa visitante. Sin embargo, lo que antes era un Bernabéu bañado de confianza ahora es un estadio pintado de ilusión. E insisto en la juventud, en el hambre que despierta.
Las novedades del Madrid son siete y están desarrolladas en las páginas sucesivas. No obstante, los focos alumbran el estreno de los tres galácticos: Cristiano, Kaká y Benzema. Y la terna alimenta expectativas diversas.
Si empezamos por Cristiano habrá que admitir que el interés general se mezcla con la impaciencia. Ha sido el más deseado y es quien más se hace esperar, ansioso o fuera de forma, esto no queda claro. Acostumbrado al intercambio de golpes del fútbol inglés, en España ha perdido horizonte, problema que se agrava con el tráfico que genera el equipo por el centro del campo. Cristiano mejorará fuera de casa o cuando Pellegrini acepte que no es lógico prescindir de los extremos cuando se cuenta con el mejor extremo del mundo.
El rendimiento de Kaká ha sido intermitente, pero su caso no inquieta. Es un jugador zidanesco que también respira mejor cuando se aleja de las multitudes, aunque su ingenio sabe sobrevivir en cualquier ambiente. Y para completar el trío, Benzema, la dinamita, la irrupción más asombrosa, un robot hecho delantero.
Recursos. El Deportivo deberá aplicarse en el control de esas amenazas, pero morirá si olvida otros peligros. Porque la inmensidad del Madrid se mide por la infinidad de recursos. Amordazados los galácticos, queda Raúl, o el empuje de Xabi y Lass, cuyo matrimonio será puesto a prueba ante un equipo que acumulará hasta cinco jugadores en el centro del campo. No creo exagerar: Riki será un náufrago entre dos centrales debutantes: Garay y Albiol. Pepe, lo recuerdo, cumple hoy el séptimo de sus diez partidos de sanción. Metzelder se acaba de recuperar de una lesión y Sergio Ramos continúa recuperándose de una tendinitis.
Genios. Las opciones del Deportivo son escasas pero son reales. Después de una pretemporada irregular, con más acierto a balón parado que a balón movido, el equipo se entrega a la estrategia y a su contrario: Valerón. Sin Lassad y Adrián (lesionados) serán las ocurrencias del canario las que marquen la suerte del Depor.
Lafita, el otro genio, arranca en el banquillo y de jugar podría disputar sus últimos minutos como deportivista, ya que se espera que el Zaragoza ejerza su cláusula de recompra, cifrada en 3,5 millones.
También será especial el caso de Luis Filipe: procedente del Castilla, ha triunfado en el Deportivo y ha rondado el Barcelona hasta el punto de que este verano buscó casa en la ciudad. Hoy se presenta en el Bernabéu y no se descartan problemas de identidad.
Es un partido de alfombra roja que no excluye el linimento y la pizarra. Pellegrini tropieza con atascos que debe resolver por el interés particular y por el general; alguien podría acordarse de Robben. Lotina, por su parte, tiene que resolver ecuaciones más complicadas que sólo encuentran solución multiplicando recursos y restando riesgos.
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