Demasiadas muertes contra natura. Demasiadas dudas y sospechas

El 10 de agosto Guiseppe Toti firmaba un artículo en El Corriere della Sera en el que cuestionaba si el dopaje está tras la muerte de Dani Jarque.

Las preguntas son siempre las mismas. Crecen, sin embargo, las sospechas, las alusiones y las dudas. Sólo las certezas disminuyen casi a cero. ¿Qué está pasando en España? ¿Usted puede morir así, con 26 años, mientras habla por teléfono con su chica? ¿Es posible que estas muertes se deban atribuir únicamente a lo inevitable? Hace dos años, Antonio Puerta, joven jugador de Sevilla, murió en el campo de un ataque al corazón en un partido con el Getafe. El sábado el capitán del Espanyol, Daniel Jarque, sufrió un ataque al corazón mientras descansaba en su habitación en Coverciano. Y en medio, el 31 de octubre del año pasado, un síncope azotó al centrocampista del Real Madrid Rubén de la Red. Está a salvo, pero no jugará más.

Tres tragedias en dos años no debe ser algo inevitable. Por otra parte, llegan las declaraciones de directivos y médicos que nos hacen dudar de esta "pista". Una vez más, todos dicen que "Jarque nunca tuvo problemas físicos. Sus controles siempre dieron resultado negativo. Y entonces: ¿cómo es posible morir así? ¿Qué está sucediendo en España? ¿Qué sucede, en general, en el mundo del deporte? Las muertes de estos atletas -quienes simbolizan el vigor físico- son "contra natura".

Estas muertes contra natura (15 en el fútbol profesional desde el año 1999 a día de hoy, aún más en el ciclismo), especialmente si no existen certezas y no se cree en la fatalidad, acaban sembrando inevitablemente dudas, miedos y sospechas. Miedos, dudas y sospechas que conducen a las preguntas que todos se hacen, pero nadie expone abiertamente: ¿qué relación existe entre las muertes en el deporte de élite y el dopaje? ¿Esta trágica escalada tiene que ver con el uso inhumano de la "ayuda" farmacológica?

Ya no es una cuestión de deporte: el fútbol no es mejor que el ciclismo, como la natación no es mejor que el fútbol. Ni siquiera es una cuestión de países: Italia no es mejor que España, ni España que Francia o que el Este de Europa y así sucesivamente. El hecho es que durante estos últimos años el deporte se muere. Sin una razón aparente.

España en los últimos tiempos ha sido más "perjudicada" que otros, quizá por recuperar el tiempo perdido. La Operación Puerto -que destapó la mayor central de dopaje de nuestro continente- es sólo la punta del iceberg. Pero no basta con abrir los ojos. En Madrid, el doctor Eufemio Fuentes siempre ha sido sospechoso (y denunciado) por su relación con los más prestigiosos clubes futbolísticos españoles. No por el paso de estrellas del fútbol, pero sí del tenis, ciclismo y atletas. Estrellas españolas, por supuesto, pero también francesas, italianas y de otras nacionalidades. 'Dopaje de Estado' podemos decir. La misma que conocimos en Italia en los años 80 y 90, que imperó en Unión Soviética y sus países satélites (Alemania del Este sobre todo), que se desarrolló al norte de Europa, en Francia, en Grecia... ¿Es tiempo de tomar nota? ¿De preguntarse por qué tanta hipocresía? ¿De comprender de verdad? Tal vez sí. A menos que éste no sea el deporte que queremos y que buscamos. Un deporte sin preguntas, capaz de tolerar el abuso y las costumbres criminales de convivir con la muerte del atletas en la plenitud de su vida, y aceptar con normalidad avalanchas de récords mundiales que duran medio día, mientras antes resistían durante años.

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