Es posible que a muchos aficionados al baloncesto, de esos que se saben de memoria la vida y milagros de Navarro, Gasol, Raúl López... los nombres de Herráiz, Cabezas, González y Drame les suenen a chino. O casi. Sin embargo, todos ellos formaron parte de los júniors de oro que conquistaron el Mundial de 1999. Ellos contribuyeron al éxito, pero luego no tuvieron tanta suerte en sus carreras y acabaron en el anonimato.
Félix Herráiz es un claro ejemplo de ello: “Tuve que dejarlo por una lesión de espalda. Jugué en el filial del Pamesa, en Inca, Bilbao, Archena... Arrastraba una hernia discal y luego me rompí el menisco. Decidí dejarlo en 2002 y estudié magisterio de INEF”. Sus problemas físicos no le consuelan: “Raúl también tuvo problemas de lesiones y siguió jugando”. Ahora entrena a jóvenes en el Alginet.
Tampoco llegó a la cima Julio González, cuya carrera se ha desarrollado casi íntegramente en equipos de LEB. Estuvo cuatro temporadas en el León, tres en Los Barrios y ahora juega en el Tenerife. “Cada jugador sigue su camino y ha continuado con su carrera lo mejor que ha podido”, afirma.
A Francesc Cabezas la efervescencia le caducó en el Sant Josep, equipo LEB vinculado al Barcelona. Años después disputó algún partido en ACB con el Lagun Aro, y ahora juega en el Sant Josep de Girona de LEB. “Hace falta continuidad y que crean en ti”, afirma. “Souly y yo éramos los mejores físicamente, pero nos estancamos”.
Cabezas se refiere a Souleimane Drame, que sufrió en sus carnes el conflictivo paso de junior a senior. Tras ganar el oro, completó una buena temporada en el Murcia de la LEB y el Joventut le repescó, pero no gozó de la confianza suficiente para asentarse en la ACB, y se movió por equipos de la LEB, como Murcia, Huelva y Tarragona. “Siempre se esperó mucho de mí”, reconoce el alero. “En la Penya me estanqué un poco en un periodo clave de formación. Todo el mundo quiere llegar alto, pero a mí me faltó suerte”.
Recuerdos de un equipazo
Todos ellos tienen frescos los recuerdos de aquel Mundial y evocan la enorme valía de sus compañeros más mediáticos. “La gente se pensaba que ganamos por casualidad”, afirma Cabezas. “No veían lo que se venía encima, una generación inimaginable e irrepetible”. “Pensábamos que podíamos ganar el Mundial”, confiesa Drame sin titubear.
Todos coinciden en señalar a Navarro como el mejor de aquel equipo. “Se veía que iba a llegar seguro”, recuerda González. Herráiz va aún más allá: “Era capaz de meter 50 puntos él solo. Me acuerdo en un partido de infantiles en Andújar, que jugamos contra el Barça y la única misión de mi equipo era pararle. Perdimos, claro, y él fue el MVP”. Cabezas nunca tuvo dudas: “A Juan Carlos y a Raúl se les veía que iban a ser dos genios. Tenían liderazgo, talento y espíritu de sacrificio”.
Menos previsible fue la eclosión de Gasol. “De aquella generación cualquiera podía explotar, pero lo de Pau fue espectacular”, dice Drame. “Tenía mucha calidad”. González tampoco se esperaba el boom Gasol: “Nadie se podía imaginar que uno de aquellos chicos iba a ganar un anillo”.
Lo de Cabezas con Pau es algo más que admiración: “¿Quién no siente envidia de él? Yo de pequeño era de los Lakers, y ahora resulta que tengo un colega que ha sido campeón con los Lakers”. Siempre confió en él: “Todos sabíamos que si Pau se metía en serio iba a hacer algo muy grande. Era un tío de 2,10 que se movía como un escolta, pensaba como un base y tenía una gran visión de juego. No era vaguete, pero a veces no lo daba todo. En lugar de ir a por el sobresaliente, se conformaba con el notable”.
Con los años, han ido perdiendo contacto con sus compañeros. “Perdí el móvil con todos sus teléfonos, pero me molaría verlos”, revela Herráiz. “El más gracioso era Berni con diferencia, aunque Felipe era muy gracioso también. Es un tío de puta madre. Me enciendo cuando alguien insulta a estos cracks. Me alegro mucho de que les vaya bien”. Sólo Cabezas mantiene algún hilo de comunicación: “Me llevo bien con Raúl, y también con Juan Carlos y Pau, con los que coincidí en categorías inferiores del Barça”.
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